Cómo usar tu Poder Personal

«Ya sea que creas que puedes, ya sea que creas que no, estás en lo correcto».

— Henry Ford

¿Quién, sinceramente, no estaría interesado en saber cómo influir en las demás personas con quienes nos relacionamos? Me imagino que poca gente, y con seguridad, mucha de la que negase esta intención estaría, din duda, mintiendo, con la intención de manipular la impresión que los demás se hacen de ellos.

Personalmente conozco todo tipo de personas, desde maridos o esposas, padres o madres, jefes, subordinados, vendedores, y muchos otros más, que darían lo que fuese por saber cómo conseguir lo que desean y, si es posible, sin ningún esfuerzo.

En 1936, un hombre que descubrió que influir en los demás era una aspiración social muy extendida entre los norteamericanos de la época, escribió el famoso y multivendido libro “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, basado en un curso que impartía en Nueva York para personas que deseaban dedicarse a la actuación. Según los editores, hasta el momento ya han sido vendidos más de 15 millones de ejemplares, pero yo creo que deben ser muchos más los lectores si consideramos las copias en pdf que se pueden conseguir gratuitamente en Internet.

Influir en los demás es una aspiración, si nuestras intenciones son nobles, tan digna como cualquier otra. Al fin y al cabo, la Madre Teresa de Calcuta logró lo que logró gracias a su capacidad para influir en otros. Si las intenciones del que quiere influir no son tan nobles ni sanas, alguien con conocimientos en influencia y persuasión puede fácilmente convertirse en presidente de cualquier país en el que los ciudadanos se consideran a sí mismos incluso inteligentes.

Pero influir en las experiencias de la vida… Ese es otro derrotero al que muy pocas personas le dedican una razonable cantidad del tiempo que poseen de regalo desde el nacimiento hasta la muerte. Y de la misma forma que podemos influir en las decisiones y conductas de las otras personas, podemos influir en nuestra experiencia de vida. Pero no trataré de convencerte de ello porque esa es una de las que yo llamo batallas perdidas. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

En lugar de convencerte de nada prefiero hacer contigo un ejercicio de negociación basado en el manejo de los niveles de abstracción humanos. Suena complejo, pero no lo es tanto, a menos de que te fuese a pasar una factura por el asunto, factura que aumenta drásticamente la complejidad del tema, lo que, al mismo tiempo, aumenta el tamaño de la cantidad a facturar.

Veamos, antes que nada, algunos hechos que parecen ser irrefutables.

  1. La vida tiene problemas. Pensar que existen vidas sin problemas es ingenuo, por decir lo menos. No todos los problemas son iguales y, de manera general, los propios nos parecen siempre superiores a los de los demás. Es cuestión de percepción, porque, en primer lugar, no nos es factible realizar un intercambio de problemas con otras personas y, en segundo lugar, aun pudiendo realizar tal intercambio, es algo nada recomendable.
  2. Las experiencias de la vida, con matices desde luego, solo pueden representar para los humanos dos emociones diferentes y opuestas: dolor y placer. O nos gusta lo que vivimos, nos proporciona placer, o no nos gusta, lo que representa dolor.
  3. Todo indica, científicamente hablando, que los humanos percibimos una minúscula cantidad de la información que se encuentra presente en nuestras experiencias de vida. Y cuando digo minúscula, es por decir algo, porque en términos matemáticos se podría expresar como que de cada 400 millones de elementos de la realidad nosotros, los humanos, solo percibimos 2. A veces 3, en otras 1, como cuando estamos enamorados o en presencia del jefe. Tener esto en cuanta es tremendamente importante porque sin importar tu nivel de inteligencia, con seguridad piensas constantemente que siempre percibes todo lo que es y que nada se te escapa. Pues no.
  4. Lo sepas o no, a lo largo de la vida has ido realizando asociaciones dolor-placer con experiencias, valores, personas, trabajos, comidas, etc. Algunas cosas te agradan y otras te duelen. Lo importante es que una vez que estas asociaciones se han sellado en un contrato llamado programa mental, el cerebro hará todo lo posible por perseguir lo placentero y evitar lo doloroso.

Lo anterior son hechos incontrovertibles. Lo siguiente son presuposiciones. Una presuposición es una interpretación acerca de lo que las cosas significan que no requiere comprobación alguna. Por ejemplo, la presuposición de que la vida es bella. Ni es verdad ni es mentira ni se puede demostrar, pero la mayoría de las personas que acaban de salir del cine de ver la película del mismo nombre, coinciden en que sí, que la vida es bella. ¿Qué ocurre si vivimos la vida basada en ciertas presuposiciones y qué ocurre si las cambiamos? Imagina, por un instante, que las siguientes ideas son verdad.

  1. No vivimos la vida, sino que vivimos lo poco que percibimos de la vida. Es decir, nuestra percepción es nuestra realidad. Si modificamos la precepción, modificamos la realidad que vivimos.
  2. Modificar nuestra percepción es la habilidad más importante que los humanos debemos de dominar. Esta habilidad hace honor a la máxima “conócete a ti mismo”, frase presente en el pórtico del templo a Apolo en Delfos. Solo conociendo cómo los humanos percibimos la realidad, aprenderemos a cambiarlo y adaptarlo a nuestras necesidades.
  3. Puedes cambiar tu vida. Tal vez no puedas cambiar todas las experiencias de tu vida, pero sí las suficientes como para desarrollar el estilo de vida acorde con tu nivel de grandeza.
  4. Cambiar tu vida no es una opción, es una obligación. Crear y construir un mundo de muchas más posibilidades está no solo en tu ADN, sino en el propósito de tu existencia. El libre albedrío es acerca de cómo deseas cambiar tu vida y lograr una expresión plena de tu grandeza, no acerca de si cambiarla o no. Este es un error clásico de las personas que confunden libertad con libertinaje. No es opcional crecer personalmente, lo opcional es cómo lograrlo.

¿Ves? Ninguna de estas presuposiciones son verdad. Ni te puedo convencer de que son verdad, porque no existe argumento alguno que lo demuestre. Lo único que te recomiendo es que pruebes a vivir la vida pensando que son verdad, aun sabiendo que no lo son.

Si unimos hechos y presuposiciones, se nos presenta y revela una fórmula sencilla, pero no simple, para lograr lo que deseamos en la vida. En primer lugar, define qué es lo menos con lo que te conformas en la vida y procura que ese “lo menos” sea acorde con tu grandeza, que es mucha más de la que eres capaz de imaginar.

En segundo lugar, busca una estrategia de conducta digna, decente y legal, que te lleve a obtener el estilo de vida que deseas. Que sea legal es importante porque normalmente lo no legal no dura mucho. Una forma rápida de encontrar la estrategia correcta es encontrar a otras personas que han logrado lo que tú buscas, entender qué es lo que han hecho y repetirlo usando tu muy personal forma de hacer las cosas. Y de la misma forma que presupones que puedes cambiar tu experiencia de vida, debes presuponer que existe una manera, o varias, de conseguir lo que deseas.

En tercer lugar, desarrolla las habilidades que te van a dar el conocimiento de ti mismo, lo que te permitirá controlar tus emociones, tu conducta y, muy importante, tu cerebro. La Programación Neurolingüística o la Inteligencia Emocional son disciplinas que aun separadas pueden ayudarte significativamente a concerte y dominarte mejor. Juntas son dinamita de autoconocimiento y Poder Personal.

En cuarto lugar, asocia mucho placer a las cosas que tengas que hacer para lograr el estilo de vida que deseas y dolor a todo lo que te aleja del mismo. Para lograr estas asociaciones, podrás usar las habilidades aprendidas en el punto anterior y crear los programas de conducta y pensamiento adecuados a tus metas.

No tienes que hacer mucho más, porque una vez establecidas las asociaciones necesarias de dolor-placer, tu cerebro se dirigirá en automático a tu destino de grandeza.

Tomar el control de tu vida es una muestra de Poder Personal, mientras que esperar que alguien o algo externo nos solucione la existencia es una muestra de debilidad personal y decadencia.

Te diría que puedes cambiar o transformar tu vida, tanto emocional como financieramente, a voluntad. No sin esfuerzo, pero a voluntad. El que no sepas cómo hacerlo no es una prueba de que no puedes hacerlo, solo de que no sabes cómo. Y a pesar de que yo sí he leído, y varias veces, el libro de Dale Carnegie de ganar amigos e influir en las personas, seguro que todavía no te convenzo. En cualquier caso, lo creas cierto o no, estarás en lo correcto.


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