La diferencia entre auto controlar y reprimir

Y cómo la PNL y auto control están íntimamente relacionados. La PNL nos brinda herramientas poderosas para lograr el auto control.

“Pero lo grande, la tremenda verdad es ésta: sufrir no sirve de nada”

Cesare pavese, escritor italiano del siglo xx

Nuestra experiencia diaria nos expone a casi todos los seres humanos a vivir situaciones en las que debemos decir que no a cosas, eventos, comidas, lujos, etc., que profunda y evidentemente deseamos.

Es decir, tenemos que actuar en contra de nuestros deseos. Cuando lo logramos, cuando hacemos algo voluntariamente en contra de un deseo manifiesto de hacer algo, comer ese platillo delicioso, por ejemplo, pero que me es dañino de algún modo, entonces decimos que tenemos control sobre nuestros actos.

Nada más lejos de la realidad. En base a aguantar el sufrimiento, estoicamente, que es la consecuencia de la negación de algo que queremos, hemos aprendido a reprimirnos. Eso no es auto control, aunque debo admitir que se le parece mucho.

Entender la diferencia entre ambos conceptos, auto control y represión, es importantísimo si deseamos vivir una vida con abundantes momentos de felicidad. La represión de conductas o actos dañinos para sustituirlos con otros beneficiosos sobre los que no sentimos ninguna atracción, de manera evidente nos evita algún tipo de mal y nos proporciona un bien alternativo. Nadie estaría en contra de que un alcohólico evitase ingerir alcohol aun a pesar de desearlo hasta vehementemente.

Y, sin embargo, ante alguien que posee la suficiente fuerza de voluntad para reprimir su incesante deseo de consumir algo, lo que sea, dañino, tal vez pudiésemos decir que dicha fuerza de voluntad es admirable, como también lo es su capacidad de soportar el sufrimiento. Por supuesto, no podemos decir que esa persona ha superado el alcoholismo, solo lo ha reprimido. Y esa represión conlleva necesariamente otra serie de sacrificios difícilmente asumibles como, por ejemplo, evitar cualquier contacto con personas que consumen alcohol en proporciones adecuadas, porque cualquier contacto de este tipo supone una incitación a recaer.

Y lo mismo podemos decir de las personas que están a dieta, que, en ocasiones, exigen de los demás no provocar tentaciones consumiendo comidas acordes con las reglas asentadas por el nutriólogo o la dieta. Es decir, vamos, invitándonos de manera forzosa a reprimirnos de la misma forma que la víctima de la dieta, aun a pesar de que a nosotros no nos produce ningún daño. Estamos compartiendo sufrimiento en lugar de felicidad.

Y lo entiendo y acepto. Si la persona que está a dieta o saliendo de un abuso de sustancias alcohólicas necesita nuestro apoyo lo normal es dárselo. Pero no estamos ayudando a controlar sino a reprimir.

Es verdad que para un alcohólico o drogadicto el sufrimiento es el camino a la prolongación de la vida, lo que lo hace necesario. Pero ¿y si sí se pudiera conseguir el auto control suficiente como para que ese camino fuese uno de felicidad y no de sufrimiento? ¿Valdría la pena intentarlo?

¿Cuál sería la diferencia entre reprimir el deseo de consumir un platillo que engorda y simplemente conseguir no desearlo siquiera? Es decir, no estaría reprimiendo porque es que, para empezar, ni siquiera lo deseo.

De la misma forma, ¿cuál sería la diferencia en calidad de vida entre sufrir el rechazo de alguien de quien estamos enamorados a, simplemente, lograr sentir indiferencia por esa persona con la utilización de ciertas técnicas basadas en cómo realmente funciona nuestro cerebro?

No digo que sea fácil (en realidad sí lo es, pero prefiero no decirlo para no ofender a todas aquellas personas que creen profundamente que nada puede ser fácil en la vida), solo digo que es posible. Y tampoco digo que sea algo mágico que elimina cualquier posibilidad de sufrimiento. Lo que quiero decir es que entiendo el sufrimiento como algo natural y deseable, si no, de qué otra forma podríamos valorar la felicidad. De igual forma que ganar una carrera no tendría ningún mérito si no existiese la posibilidad de perder, la felicidad solo se puede experimentar cuando hemos sufrido.

Y lo que también quiero decir es que, si bien el sufrimiento es necesario, lo que no es necesario es sufrir más de la cuenta. Es como pagar más impuestos de los que te corresponde legalmente. Eso no te hace patriota, te hace estúpido, desde un punto de vista fiscal, por supuesto.

Las siguientes son unas presuposiciones que ni mucho menos son verdaderas, pero que vivir como si lo fueran ayudan a lograr el auto control necesario para, según mi opinión, lograr intensos momentos de felicidad.

  1. Puedes modificar una experiencia humana si modificas cómo te la representas. Tu cerebro tiene códigos de redes neuronales para interpretar las diferentes experiencias de la vida. Es decir, nuestro cerebro tiene una forma de representarse las experiencias positivas y otra para representarse las negativas. Son como programas de positividad y negatividad diferentes entre sí. Si usamos el código de positividad para representarnos una experiencia negativa y lo hacemos repetitivamente, conseguiremos cambiar la percepción de negatividad de la experiencia a una percepción positiva. Sé que suena increíble y solo te pido que lo pruebes y ahora mismo. Piensa en la comida que más te gusta. ¿Ya la tienes en tu mente? Bien, Si eres como la mayoría de las personas seguramente la estarás percibiendo en tu pantalla cerebral a colores. Ahora cambia la imagen a una en que la misma comida esté ahora en blanco y negro. ¿Sigue siendo igual de atractiva y apetecible? Probablemente no, de nuevo si eres como la mayoría de las personas.

Ahora bien, imagina por un momento que por alguna razón médica o estética consumir esa comida es nefasto para tus objetivos. ¿Sería deseable que, de ese momento en adelante, cada vez que pensases en esa comida surgiese de manera automática en tu cerebro una imagen en blanco y negro donde antes existía una en la que se percibían con claridad los colores atractivos del platillo? Al no consumirla no estarías reprimiendo sino auto controlando.

Piensa en un alcohólico disfrutando de un par de copas de un buen vino, y solo un par. Aunque existen sustancias mortales aun en pequeñísimas cantidades, arsénico por ejemplo, por lo que no es aceptable ningún consumo, la mayoría de las cosas en la vida son negativas únicamente cuando se abusa de ellas y disfrutables en las cantidades adecuadas.

  1. No es lo mismo la conducta que la identidad. Aunque las identidades se pueden modificar radicalmente (prueba de ello son los gobiernos comunistas, Gran Hermano o las torturas usadas por muchos ejércitos del mundo), requieren de altas dosis de esfuerzo y trabajo. Por otro lado, modificar conductas es más sencillo y práctico. Y para ello el primer paso es distinguir entre conductas y personas. Mientras que la conducta es reprobable la persona jamás lo será. En este concepto está basada la redacción de los Derechos Humanos en la ONU. Un ejemplo: no es lo mismo decir “Soy alcohólico” que decir “tengo una conducta de abuso del alcohol dañina y necesaria de modificar”. Al identificarme como alcohólico estoy, tal vez, condenándome el resto de mi vida a reprimirme. Si lo que debo de cambiar es la conducta buscaré técnicas que me lo permitan y, si una no funciona, buscaré otra hasta que halle aquella que me da los resultados que busco. Debemos ser conscientes del daño que le hacemos a la identidad de los niños, cuando en su proceso formativo usamos indiscriminadamente juicios sobre ellos y no sobre su conducta.
  1. Nuestros cerebros están diseñados para buscar, al precio que sea, el placer. Y de la misma forma, están diseñados para, al precio que sea, evitar el dolor. De hecho, pagaremos un precio más alto si es necesario, para evitar el dolor que el que pagaríamos para obtener un placer. Es por ello por lo que, si basamos un cambio de conducta en la represión en lugar del auto control tarde o temprano nuestro cerebro operará para que volvamos a disfrutar el placer de comer lo que no nos cae bien y evitar el dolor de rechazarlo. Las frases tales como “llevo una semana de dieta y ya me puedo dar algún capricho” o “llevo sin beber dos años, por una copa no pasa nada” son una evidente muestra de que nuestro cerebro no aguanta más el sufrimiento de la represión y está buscando una salida al placer. Lo que ocurre después es ya fácil de imaginar y predecir. El secreto está en asociar placer a lo que queremos o debemos hacer y asociar dolor a lo contrario. Nuestro cerebro hará el resto de forma natural y magnífica.
  1. Nuestro cuerpo controla lo que entra en nuestra mente y cómo nos sentimos. ¿Qué pasaría si controlando nuestras posturas, respiraciones, movimientos, etc., pudiéramos controlar cómo nos sentimos y en qué pensamos? Pues que tendríamos un recurso de auto control bastante barato y a la mano todo el tiempo. Y eficaz. No me creas, solo haz lo siguiente.

Piensa en algo negativo o molesto que te haya ocurrido recientemente. ¿Ya lo tienes? Puede ser cualquier cosa que no cause en ti una pérdida de control. Ahora sube los hombros y mira hacia el techo (no lo hagas si estás escuchando el podcast y estás al volante de un vehículo). Vamos, te estoy esperando. Hazlo, no te va a pasar nada y vas a aprender mucho. Bien, pues ahora, con los hombros y la cabeza hacia arriba, pon la sonrisa más estúpida de la que seas capaz. Vamos, pon la sonrisa estúpida, que te estoy viendo y sé que no lo has hecho. Hazlo, que, ya que llegaste tan lejos en este artículo, perderte lo que sigue no tiene sentido. ¿Ya? ¿Seguro? Lo más estúpida que puedas, por favor. ¡Bien hecho! Pues ahora manteniendo la postura y la sonrisa trata de pensar en aquello negativo que te pedí reproducir al inicio de este experimento. ¿Puedes? ¡Sin mover un músculo piensa en lo negativo! Cuesta trabajo, ¿verdad?

Nuestro cuerpo controla nuestra mente y, de la misma forma, nuestra mente controla nuestro cuerpo. Quizás no controles totalmente tu mente, pero si pudiste poner una sonrisa estúpida a voluntad, puedes con seguridad controlar tu cuerpo.

La Programación Neurolingüística proporciona muchas más herramientas para desarrollar el auto control y eliminar lo más posible de nuestras vidas la represión. Con todo, habrá muchas personas que desearán mantener el sufrimiento a toda costa y mientras este sufrimiento sea una elección personal es aceptable. Que sufrir sea una elección, no un acontecimiento del que nos queremos librar. Entonces será un sufrimiento que nunca podrá ser considerado excesivo, porque, al fin y al cabo, la tremenda verdad puede ser que sufrir más de la cuenta, no sirve de nada.

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