Las universidades y la Inteligencia Emocional

Han tardado en darse cuenta unos 20 años pero ya es un hecho: en las Universidades ya mencionan la Inteligencia Emocional a los aspirantes a nuevos alumnos como una manera de incentivar su decisión de matricularse en dicha Universiodad.

Asistí a una charla el sábado pasado con mi hijo de 18 años y, para mi sorpresa, mencionaron las soft skills, la inteligencia emocional y las habilidades de gestión como elementos imprescindibles para el mercado laboral moderno.


Primer mandamiento del liderazgo: Conócete a ti mismo.

Harvard Business Review

Incluso se atrevieron a decir que las empresas ya las estaban solicitando a sus candidatos a empleados como parte de las habilidades requeridas para un correcto desempeño del trabajo solicitado.

De hecho, en la carrera de ingeniería que en la que mi hijo estaba interesado añadieron un curso completo de habilidades de gestión y liderazgo, porque las empresas demandaban una formación de esa naturaleza.

Aunque la realidad es muy diferente, ciertamente las habilidades blandas (soft skills) ya se están abriendo paso en el ambiente empresarial como habilidades que detonan el desempeño óptimo, más allá de los conocimientos intrínsecos al puesto de trabajo.

Y mantengo que la realidad laboral, al menos en España, es muy diferente a la planteada por el rector de la Universidad que nos daba la charla, porque si revisa uno las ofertas de trabajo encontrará en primer lugar los requisitos académicos y técnicos, en segundo lugar la experiencia y ya al final, muy al final, competencias tales como «innovador», «con iniciativa», «con capacidad de autogestión», «auto motivado», etc.

Comunicación, integridad, iniciativa, influencia, trabajo en equipo, cooperación, autogestión, automotivación...
Todas las habilidades blandas…

Palabras todas ellas absolutamente indefinibles por cuanto se trata de sustantivos abstractos o también llamadas nominalizaciones. Es decir, el tipo de palabras que no significan nada concreto.

Y, por lo mismo, imposibles de medir más allá de la respuesta simple a una pregunta más simple todavía: «¿Se sabe usted auto gestionar? ¿Considera que tiene suficiente iniciativa propia?». Respuesta: «Sí, claro».

La cosa está en que ni quien pide la competencia ni quien supuestamente la posee con destreza saben qué es eso o cómo se mide. Es obvio que una medición precisa del Coeficiente Emocional resultaría fundamental a la hora de saber quién posee ya las características propias de la Inteligencia Emocional y quien no.

Hacer hoy en día un curso de Inteligencia Emocional para dominar las competencias blandas es bastante sencillo y se encuentra al alcance de la mano de cualquier persona en el mundo entero. Desde cursos gratuitos que algo enseñan hasta cursos de altísimo nivel que logran implantar las competencias emocionales en nuestra conducta, en nuestra mente y en nuestro corazón.

Nuestro centro de formación desde hace ya muchos años, mucho antes de que el rector de la Universidad citada al inicio del artículo lo mencionara en sus charlas, imparte un curso de Inteligencia Emocional que proporciona un muy preciso test que identifica con bastante exactitud el coeficiente emocional de los alumnos. Toda una joya a la hora de presentarlo en una entrevista de trabajo.

Y no te preocupes si la persona que te entrevista no sabe de qué estás hablando, de todos modos y si tienes ya el resultado de ese cuestionario, enséñalo. Tardará otros 20 años pero te aseguro que al final terminará por entender la importancia de la Inteligencia Emocional en la excelencia en el desempeño profesional de las personas.

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