Cuando piensas en inducir emociones, que los humanos queremos influir en la conducta de los demás es un hecho incontrovertible que solo los más ciegos o mentirosos quisieran negar. Ya sea con buena o mala intención, influir en cómo los demás piensan, actúan, deciden o hablan es parte de nuestras relaciones humanas.
Y es correcto. No tiene nada de malo, salvo el fin con el que lo intentamos hacer, que puede ser bien o mal intencionado. Otro aspecto que puede ser cuestionable es la forma o maneras que usamos para cambiar la conducta de otras personas, aun tratándose de un fin loable a más no poder.
Una de las formas más eficaz para influir es a través de la inducción emocional. ¿Somos capaces de influir en cómo otras personas se sienten cuando están con nosotros? No lo dudes ni por un instante. Ya sea consciente o inconscientemente, influimos en cómo otras personas se sienten en nuestra presencia.
Si, por ejemplo, somos capaces de generar en otras personas con quienes entramos en contacto confianza inmediata, a partir de esta confianza generada seremos capaces de seguir influyendo en otros aspectos de su conducta. Así que, saber cómo inducir emociones intencionalmente resulta útil hasta para un presidente de cualquier gobierno.
Conozco presidentes que se consideran muy brillantes estrategas y que muestran paradójicamente una enorme habilidad para generar un rechazo social inmenso, mientras que otros presidentes con escasísima efectividad y resultados económicos miserables, despiertan pasión en sus gobernados. Tanta pasión que hoy en día, en plena época de democracias consolidadas en occidente, parecen más bien súbditos que ciudadanos libres.
Saber inducir emociones es útil para cualquier persona, desde vendedores hasta ejecutivos, managers o padres de familia. Ahora bien, ¿existen técnicas precisas y eficaces para inducir en los demás las emociones y sentimientos que yo deseo que experimenten? Tampoco lo dudes ni por un instante, porque sí existen y los especialistas las usan a diario.
Si te las comparto ahora, ¿me aseguras que solo usarás estas técnicas para fines nobles? Ciertamente son poderosas y en manos de personas sin escrúpulos pueden ser usadas para obtener un provecho personal contra la voluntad de los demás. Y aunque pienses que no existen personas de tan poca ética, créeme, sí existen. No pretendo ser negativo, sino preciso. Ya que cuento con tu promesa, veamos más al respecto.
Es importante saber que nuestros cerebros asocian inmediatamente lo que estamos sintiendo con la experiencia o personas con las que lo estamos experimentando. Y esta asociación no es lógica ni intencional.
Es importante saber que nuestros cerebros asocian inmediatamente lo que estamos sintiendo con la experiencia o personas con las que lo estamos experimentando. Y esta asociación no es lógica ni intencional. De hecho, es una especie de configuración maestra de nuestro sistema nervioso diseñada para protegernos de cualquier peligro y mantenernos vivos. Y es una genialidad que, a mí por lo menos, me demuestra de que algo superior nos diseñó con extrema e infinita inteligencia.
Y en este principio de asociación están basadas dos técnicas probadas para inducir emociones en otras personas que te voy a compartir, pero antes de compartírtelas, déjame que te haga una pregunta. Si necesitas cerrar los ojos para esto, simplemente sigue mi voz.
Bien. ¿Recuerdas algún otro vídeo de YouTube que te haya causado un tremendo y positivo impacto en tu vida? Aunque sea de otro tema, un vídeo que lo hayas visto completo porque era tan interesante, revelador y valioso que no podías parar de verlo. Un vídeo que, al final de este exclamaste algo así como “¡Qué bueno! Maravilloso”, o algo similar. Un vídeo que te hizo sentir mejor, liberado, satisfecho y con nueva información que haría tu vida más fácil.
Piensa en ese vídeo y recuerda el nombre y quién lo grabó y, si puedes, vuelve ahora mismo a experimentar las positivas sensaciones que experimentaste la primera vez que lo viste. Y ya que recordaste ese vídeo y todas esas sensaciones positivas, volvamos a este. Si tenías los ojos cerrados, puedes abrirlos de nuevo y mira mi cara ahora. ¿Ves algo nuevo? ¿No? Fíjate bien, ¿nada? No importa, sigamos.
¿Ves algo nuevo? ¿No? Fíjate bien, ¿nada? No importa, sigamos.
¡Bien hecho! Pues esta es la primera técnica y consiste en regresar a las personas a volver a vivir la experiencia que deseas que asocien contigo antes de tratar de influir, comunicarte o lo que sea que quieres lograr. Al experimentar esas emociones y sentimientos los estarán asociando, lo quieran o no, con los eventos inmediatamente cercanos en espacio y tiempo que están experimentando. O sea, contigo.
Te voy a dar otra aplicación práctica. Imagina que quieres enamorar a alguien. Puedes empezar pidiéndole que se acuerde de la última vez que se sintió enamorado o enamorada. Que se acuerde de la persona que despertó tanto amor, su cara, sus palabras, sus gestos. La escena en la que se demostraban ese amor. Deja que experimente esas agradables sensaciones y, si por alguna razón terminó mal, no permitas que llegue jamás a ese instante.
Cuando percibas que la otra persona está de nuevo viviendo ese amor, regresa al momento presente, llama su atención, que te vea, oiga y toque, si es posible. De manera inevitable, estará asicando esas sensaciones con quien está presente y ese o esa eres tú.
Sí, ya sé lo que estás pensando, que esto no es ético. Piensa una cosa, ¿cómo crees que se enamora la gente? ¿Por qué estaba escrito en las estrellas? Si amas a alguien y piensas que también atraes a la otra persona, ¿por qué no usar las herramientas neuronales que la vida nos ha dado de forma intencional y con nobleza? Ahora que, si no me crees que esto funciona, pruébalo y me cuentas.
De hecho, parece que va contra el sentido común, porque si esa persona estuvo muy enamorada de otra persona que no soy yo, lo último que quiero es que piense en ella, ¿verdad? Pues no, porque cuanto menos quieres que piense en ella más pensará.
Y la segunda técnica es inducir primero la emoción que quieres despertar en los demás, pero primero en ti mismo. ¿Cómo? Muy sencillo, recuerda algún momento de tu pasado en el que sentiste eso que quieres inducir, por ejemplo, entusiasmo, confianza, o lo que sea.
Una vez que tú estás en el estado emocional buscado, se transmite a la otra persona por lo que se conoce como Metonimia de contacto. Las emociones se transmiten, no tengas duda.
Pero quiero que quede claro que cuando estaba diseñando este vídeo, lo último en que pensaba era en influir en tu conducta. Ni por un momento pienses que te quiero influir con mis palabras. Es más. Si te están dando ganas de probar estas técnicas que te he compartido, acuéstate hasta que se te quiten. No las uses.
Porque, como sabes muy bien, nadie quiere influir en la conducta de los demás. Nunca. Jamás. Y yo menos.
