La voluntad no es suficiente

La mayoría de las ocasiones, la fuerza de voluntad no será suficiente para realizar un cambio

¿Quién no ha escuchado la frase “Sé que como demasiado, pero en cuanto quiera bajarle, me pongo a ello y listo”? Pero curiosamente nunca llega el momento de ponernos a ello. Y lo mismo sucede con cualquier adicción que tengamos, excepto la de las drogas, en la que sí ya nos hemos rendido a la dependencia física que se genera en nuestro cuerpo.

Parece que en cuestiones de cambio personal, un optimismo infantil se apodera de los seres humanos haciéndoles creer que con la fuerza de voluntad es suficiente. Realmente creemos que, si tomamos una firme decisión y aplicamos toda nuestra fuerza de voluntad, nada nos detendrá en alcanzar nuestros sueños. Sin embargo, la terca realidad nos demuestra una y otra vez que la voluntad no es suficiente.

Según las estadísticas, el 90% de las personas que se han sometido alguna vez en sus vidas a una dieta de reducción de peso, dos años después de haberla iniciado pesan más que cuando empezaron a restringirse los alimentos y, como consecuencia, a sufrir.

Creamos una especie de conflicto artificial, “si no lo logro es que soy un inútil”, o lo que sea que use para denigrarme, y nos olvidamos de que nuestro cerebro hará todo lo que sea absolutamente necesario para evitarnos el dolor y el sufrimiento, por lo que no nos respaldará en nuestras intentonas de cambio si es que estas representan dolor o sufrimiento. Por cierto, para eso fue diseñado nuestro cerebro, para ayudarnos a obtener placer y a evitar el dolor.

No quiero ser negativo, sino preciso, con lo que voy a expresar a continuación. Los más probable, cerca del 99% de las ocasiones, el uso de la fuerza de voluntad únicamente no va a ser suficiente. Sé que lo intentarás, y lo entiendo, pero lamento decirte que será insuficiente. Desde luego, no me refiero a cambios menores, tales como cambiar de marca de cereales. Cualquiera se motiva a un cambio de estos con un buen descuento. Me refiero a cambios en conductas que ya han generado una adicción.

¿Cómo sabemos que tenemos una adicción? Además de las respuestas fisiológicas que experimentan los que abusan de las sustancias psicotrópicas y alucinógenas cuando no las han consumido en un cierto periodo de tiempo, todo aquello que ha pasado de ser un gusto a una necesidad, se parece peligrosamente a una adicción, ya sea algo dulce o algo salado. Un análisis de los neurotransmisores presentes en nuestro cuerpo diría que hay más dopamina que serotonina. En ausencia de poder analizarnos a nivel hormonal, la detección de necesidades artificiales es un buen indicio.

¿Es, entonces, el cambio personal imposible o tan extremadamente difícil que está fuera de las pretensiones de la mayoría de los seres humanos? ¿Estamos condenados al fracaso en presencia de cualquier adicción? No, ni remotamente. Solo deseo que seas consciente de que se requiere algo más que las simples buenas intenciones o la fuerza de voluntad.

En ausencia de poder analizarnos a nivel hormonal, la detección de necesidades artificiales es un buen indicio de estar adictos a algo.

El cambio personal siempre me ha parecido un tema interesante para explorar en el desarrollo personal. Y dado que la voluntad sola no es suficiente para lograr un cambio personal duradero, ¿cómo podemos hacer el cambio personal una realidad tangible y permanente? De inicio, se requiere una combinación de autoconocimiento, estrategia y disciplina para hacer cambios perdurables en nuestras vidas. También requiere que reconozcamos y abordemos nuestras motivaciones y resistencias subyacentes, así como estar dispuestos a tomar decisiones difíciles pero necesarias para llegar a donde queremos estar. En última instancia, es un proceso de aprendizaje, práctica y crecimiento.

Y algo más. De tecnologías adecuadas y eficaces.

Los siguientes aspectos son, a mi entender, elementos que debemos tener en cuenta si deseamos con vehemencia un cambio personal eficaz.

  1. Toma una decisión comprometida. Decidir no es preferir. Ya sé que la diferencia resulta semánticamente obvia, pero no lo es tanto cuando hablamos de cómo los seres humanos decidimos.  En el pasado, en época romana, decidir significaba algo más relacionado con su etimología. Decidir era escoger una opción y ninguna otra, dado que la raíz latina de la palabra decisión es algo así como “escisión”, “cortar” o, como diríamos en castellano, eso y nada más. Qué hubiera pasado si Hernán Cortés no hubiera quemado los barcos de regreso a España en Veracruz. Igual y en México hablarían inglés en la actualidad. Así que, como primer paso, pregúntate si estás decidiendo o simplemente mencionando una preferencia.
  2. Haz algo inmediato a tomar la decisión. La mejor forma de mostrar que has tomado una decisión es hacer algo inmediatamente a haberla tomado. Una decisión acompañada de un “mañana” o de un “la semana que viene”, es probable que sea más preferencia que otra cosa. No estás diciendo lo que has decidido hacer sino lo que te gustaría hacer.
  3. Verifica que no exista una ganancia secundaria. Las conductas adictivas tienen, desde luego, efectos secundarios perjudiciales, y en ocasiones las realizamos porque obtenemos ganancias emocionales que necesitamos. Si no le damos nada a nuestro cerebro que nos provea de la misma ganancia secundaria que la adicción o, al menos, arreglamos el asunto de la necesidad artificial eliminándola, no vamos a cambiar. Una y otra vez acudiremos a la fuente de aquello que necesitamos, ya sea malo en otros aspectos como la salud, o no.
  4. Encuentra conductas alternativas. Dale opciones a tu cerebro. Un secreto del cambio es que, antes de generarlo, es necesario encontrar aquello que nos va a seguir proporcionando la ganancia necesitada sin los efectos secundarios perjudiciales. A estas otras conductas se les llama alternativas u opciones. Sin alternativas es difícil, o imposible, cambiar. Por un rato la voluntad es capaz de modificar conductas, hasta que el dolor se hace insoportable y, con cualquier excusa, caeremos de nuevo en la conducta adictiva autodestructiva
  5. Aprende cómo funciona el cerebro y cómo crea patrones neuronales y conexiones entre neuronas que se van a reproducir en automático. Todas las conductas tienen una base neurológica, una estructura definida que se puede modificar o transformar. El cerebro, al aprender cualquier conducta, crea patrones neuronales que respaldan nuestras conductas, ya sean destructivas o no. Estos patrones neuronales se activan con estímulos de índole variada pero eficaz. Una vez activado un patrón, el resto es inevitable, a menos de que lo interrumpamos, lo que te comento en el siguiente paso.
  6. Aprende a interrumpir los patrones neurológicos. Como he comentado, una vez que se inicia un patrón neurológico es muy difícil detenerlo, pero no imposible. Para romper dicho patrón, y lo interesante del asunto es que con romperlo una vez se puede llegar a interrumpir para siempre, podemos usar nuestra fuerza de voluntad y hacer algo no habitual o sorpresivo en medio del desenlace del patrón. Sé que puede sonar confuso, pero en realidad es bastante simple. Usemos un ejemplo sacado directamente de la Programación Neurolingüística, la técnica del rayado. Sigue mis instrucciones y verás de qué te estoy hablando.

Por unos instantes, piensa en alguien que te ha hecho o dicho algo desagradable. Es importante que hagas lo que te voy a decir que hagas, o de otra forma no experimentarás el cambio por ti mismo. En tu imagen mental de la experiencia desagradable con esa persona (te sugiero no usar una experiencia muy intensa porque yo no estaré contigo para sacarte de una situación en la que pierdas el control) cambia las siguientes cosas en la persona: ponle una peluca amarilla de payaso. Es más, vístelo a él o ella de payaso, lo más ridículo que puedas. Píntale la boca de rojo intenso y muy grande. Cámbiale la voz de forma que, si es hombre, feminízala y si es mujer varonízala. Con esta nueva voz, haz que te diga las palabras que te molestaron o dañaron. Sin modificar nada los cambios realizados, convierte la imagen en una película que se reproduce hacia adelante a toda velocidad y al llegar al final, se reproduce hacia atrás a la misma alta velocidad, como si de una película cómica se tratara.

Hazlo unas cuantas veces, al menos 3. SI has hecho lo que te he pedido, trata de recodar ahora a la persona en su imagen original. ¿Puedes hacerlo sin que aparezcan las modificaciones, la peluca, los labios, la voz y una pequeña sonrisa en tu boca?

No solamente hemos interrumpido el patrón, hemos reeducado al cerebro al convertir un hecho traumático en una experiencia que ni vale la pena recordar.

  1. Tu cuerpo se ha adaptado a las adicciones. Dale tiempo para las nuevas adaptaciones. Aunque muchas técnicas de cambio son permanentes, no nos olvidemos de la química de nuestro cuerpo y tal vez necesitemos repetirlo en el futuro para que nuestros neurotransmisores y células se adapten a las nuevas emociones.
  2. Condiciona inmediatamente hasta el más mínimo logro, crea un reforzamiento positivo para estas proezas casi olímpicas. Busca cada pequeño logro y celébralo. Esto contribuirá a condicionar en tu cerebro las nuevas conductas diseñadas por tu nuevo tú.
  3. Quiérete intensamente, pase lo que pase. No tienes que ser la mejor versión de ti mismo, porque ya lo eres. Pase lo que pase, recuerda que tú ya eres el mejor tú que puedes ser, alguien grandioso o grandiosa. No estás cambiando tu ser sino tu conducta y tu conducta no te define. Esta es la auténtica esencia de la frase conócete a ti mismo.

Iba a poner eso de las metas realistas, tan famoso en el mundo empresarial, pero en mi interior, creo que las metas realistas son, en general, una expresión oculta de mediocridad. Además, ¿alguien sabe explicar qué es una meta realista? ¿Era realista volar para los hermanos Wright siendo sobrinos de un ministro evangelista quien pensaba fervientemente que volar era pecado?

Por lo tanto, podemos concluir que la fuerza de voluntad no es suficiente para lograr los cambios que deseamos en nuestra vida. La fuerza de voluntad es una capacidad limitada que se agota con el uso y que depende de factores como el estado de ánimo, la motivación, el estrés o el cansancio. Para lograr cambios duraderos y efectivos, necesitamos apoyarnos en otras estrategias, como:

  • Establecer metas claras y específicas que nos orienten hacia el cambio.
  • Planificar los pasos necesarios para alcanzar esas metas, anticipando los posibles obstáculos y soluciones.
  • Buscar apoyo social que nos anime, nos ayude y nos haga rendir cuentas de nuestros avances.
  • Crear hábitos que nos faciliten el cambio, automatizando las conductas que queremos adoptar y eliminando las que queremos evitar.
  • Reforzar nuestros logros, celebrando los pequeños éxitos y reconociendo el esfuerzo realizado.
  • Ser flexibles y tolerantes con nosotros mismos, aceptando los posibles errores y aprendiendo de ellos.

Siguiendo estas pautas, podremos lograr los cambios que nos propongamos, sin depender exclusivamente de la fuerza de voluntad. Así, podremos mejorar nuestra calidad de vida y nuestro bienestar. 😊

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