La Naturaleza de la Realidad

La superposición cuántica es un principio fundamental de la mecánica cuántica que sostiene que un sistema físico tal como un electrón, existe en parte en todos sus teóricamente posibles estados (o la configuración de sus propiedades) de forma simultánea, pero, cuando se mide, da un resultado que corresponde a solo una de las posibles configuraciones (como se describe en la interpretación de la mecánica cuántica).”, Wikipedia

Tony se dirigió al grupo de exclusivos alumnos que habíamos pagado por tener, durante el evento, una reunión privada con él. Personas de elevada preparación, fuertes recursos económicos y yo, estábamos reunidos en frente de uno de los personajes más influyentes de la sociedad norteamericana. Entre nosotros había empresarios de buen tamaño, ejecutivos de alto nivel de grandes empresas, intelectuales y, repito, yo. Nos miró a todos fijamente y jamás sin dejar de sonreír, nos preguntó. “¿Cuál creéis que es la habilidad número 1 a desarrollar por los más grandes líderes?”.

Un participante joven, evidentemente próspero por su vestimenta y el Rolex, se atrevió inmediatamente a contestar la pregunta de Tony: “La persistencia”, gritó.

“¿Persistencia? ¿En serio? ¿Y tú has podido reunir el dinero para venir a mis cursos y reunirte conmigo en privado? De verdad, ¿cómo le has hecho?”, contestó Tony con un sarcasmo que no estaba presente en sus presentaciones en público. Si cualquier líder militar exitoso hubiese fundamentado su éxito en la persistencia hubiese persistentemente conducido a sus tropas a una muerte segura sin ese elemento por el que os estoy preguntando”, terminó.

“Comunicación, dominar la comunicación”, exclamó con tono seguro otro de los exclusivos participantes. A estas alturas, debe de quedarte claro que los allí presentes portábamos egos crecidos por lo que no estábamos muy dispuestos a no tener la razón.

“¿En serio?”, contestó de nuevo Tony. “Entonces tu idea de negocios era estúpida, pero si estaba perfectamente comunicada se convertiría en una idea exitosa. Acabas de arruinar a los accionistas que creyeron en ti. Veo mucho futuro en ti como empresario. ¿Alguna otra respuesta?”.

“Liderar con el ejemplo”, gritó un tercero con un tono de voz que se parecía ahora más a una pregunta que a una respuesta.

“No es una respuesta tan terrible, después de todo, pero no has escuchado la pregunta con atención. Si vas hacia una catástrofe, ¿realmente piensas que ser tú el primero que caigas es un buen ejemplo para los demás? Me pregunto cómo habéis llegado a tener dinero en vuestras vidas sin prestar la suficiente atención a los detalles. ¿Cuál es la habilidad más importante que un gran líder debe de desarrollar?”

Cada una de las respuestas recibidas por Tony fueron despiadadamente descalificadas, aunque, debo decirlo, de manera impecablemente justificada, sarcástica y racional. Después de media hora de esta tortura mental, todos quedamos en silencio, sin valor ni para preguntar por el baño.

“¿En serio?”, repitió Tony con incredulidad. “¿Estoy en presencia de las personas más distinguidas y afortunadas de la sociedad contemporánea y nadie de los aquí presentes sabe cuál es la habilidad más importante que un gran líder debe desarrollar? Que Dios nos ayude…”

Con una simple pregunta Tony nos había lanzado un dardo envenenado directo a nuestros egos. Su rostro cambió profundamente del sarcasmo a la compasión y, finalmente, a una empatía también profunda.

Cuando al final nos reveló la no tan obvia respuesta que estaba buscando, entendí perfectamente que nunca ninguno de nosotros volveríamos a ser los mismos. Y probablemente tú tampoco. Y antes de revelártela , déjame contarte una historia.

Hace varios años entré en contacto con corrientes de pensamiento que estipulaban, no sin controversia, que nosotros, los seres humanos, somos creadores de la realidad que experimentamos. Si no somos creadores en la totalidad de la realidad experimentada, sí lo somos, al menos, en una suficiente cantidad como para alterarla y rediseñarla a la medida de nuestros deseos.

Aunque pensamos que los seres humanos podemos recibir información y evaluarla a la luz de la objetividad pura, cualquier persona que tenga un ligero conocimiento de la percepción humana sabe con certeza que “evaluar a la luz de la objetividad pura” es humanamente imposible.

Recibimos información y la evaluamos con el cúmulo de conocimientos, creencias, paradigmas, emociones y experiencias previas que hemos ido coleccionando a lo largo de nuestra vida previa a la información recibida. Comento esto porque cuando entré en contacto con la información mencionada en el primer párrafo de este artículo, a mí me pareció creíble de todas las formas posibles.

Me han llegado a calificar de ingenuo, de crédulo, de fácilmente manipulable. A lo mejor tienen razón quienes así piensan. Para Anthony Robbins, el gurú norteamericano del desarrollo personal, Tony para sus alumnos, no fue complicado convencerme de gastar miles de dólares en sus cursos. Asistí a una conferencia en la que se mencionó su nombre y en ese momento supe que yo quería aprender con él. Hasta el momento actual sigo creyendo que asistir a sus cursos fue una de las mejores decisiones de mi vida.

Y, sin embargo, todos aquellos que insisten en que la vida es un mero accidente en la que tú y yo no tenemos la más mínima influencia o posibilidad de cambio, encuentran en mí una pared imposible de mover y sin posibilidades de convencimiento.

Los siguientes son algunas creencias o directrices de pensamiento que me han sido fácilmente creíbles y aceptables sin mucha discusión y que he ido juntando a lo largo de mi vida. Las comparto contigo ahora porque, en primer lugar, si recibes este mensaje es porque me has autorizado a enviarte información de mi cosecha; en segundo lugar, el momento que estamos viviendo requiere de, por lo menos en algún caso, repensar nuestros modelos del mundo. Considera lo siguiente, a ver si también te sirve:

  1. Podemos cambiar nuestra realidad si sabemos cómo hacerlo. Tal vez, en este momento, se encuentren disponibles muchas opciones de experiencia, adicionales a la que estoy experimentando. Aunque la vida física nuestra, newtoniana, no parece regirse por los principios de la física cuántica, tal vez en este momento, aquí y ahora, se encuentren disponibles alternativas en potencia. De alguna forma mi observación de las diferentes potencialidades existentes hace que colapsen (colapso cuántico) en la experiencia que estoy viviendo, por ejemplo, la posibilidad de ser infectado por un malévolo virus procedente de la nada. De todas las opciones disponibles yo elegí esta y, como consecuencia, debo de usar gel desinfectante y mascarilla.
  2. Aquello sobre lo que pones tu atención, crece, en la misma proporción en la que pones tu atención. Buda, en frases atribuidas a él, decía “Todo lo que somos es el resultado de nuestro pensamiento”, y yo entiendo por pensamiento “atención”. También decía “Todos los actos incorrectos vienen de la mente”, y por mente yo entiendo la parte de nosotros que piensa. En teoría, estar todo el día con el asunto del coronavirus no hace más que hacerlo crecer. Ya en 1995, el Dr. Radin, había descubierto que cuando muchos millones de personas piensan, aunque sea en diversas partes del mundo, en la misma cosa, en el mismo asunto, unas máquinas que tenía que generaban números aleatoriamente formados por “0” y “1”, arrojaban cifras con más “1” del que estadísticamente tendría que darse. Es decir, el pensamiento colectivo unificado alteraba la esencia de lo material. La madre Teresa de Calcuta decía “No me inviten a una manifestación en contra de la guerra, invítenme a una que sea a favor de la paz”. Dyer, el gran psicólogo americano ya fallecido autor del éxito de ventas “Tus zonas erróneas”, decía también: “Aquello contra lo que luchas te hace más débil; aquello que defiendes te hace más fuerte”. No pienses en el virus, piensa en salud.
  3. Transformar o cambiar nuestras experiencias de vida no puede ser complicado, debe de ser simple (Ley de lo más simple, del curso Cosmología de la conciencia). Jim Rohn, otro gran gurú norteamericano y también ya fallecido, decía que, si alcanzar el éxito requería que cantases cantos gregorianos a las 3 am, en luna llena y bajo una pirámide de cristal de dimensiones precisas traída de Katmandú, seguramente se trataba de un engaño. La vida debe de ser sencilla, no simple, pero si sencilla, de forma que cualquiera con el suficiente deseo, pueda hacerlo.
  4. La muerte es parte de la vida (o la vida es parte de la muerte). Viví en la ciudad de Guadalajara, México, en el año en que la avaricia del gobernador, quien se robaba la gasolina para venderla después en el mercado negro, provocó una gran fuga que, con el tiempo y el calor de Guadalajara, generó una explosión que prácticamente destruyó el centro de esa preciosa ciudad. Al recorrer el centro destrozado con un conocido, me hizo ver que, caprichosamente, la naturaleza había seleccionado cuidadosamente las casas que iba a derribar con toda la familia dentro. Al lado de una casa derribada se encontraban otras dos en perfectas condiciones, sin que existiese una razón lógica para tal elección natural. Hay un dicho mexicano que dice:” Cuando no te toca, ni aunque te pongas; cuando te toca, ni aunque te quites”, y me lo contó un buen amigo doctor que había perdido a sus dos esposas anteriores por cáncer. Si para algo puede servirnos esta pandemia que sea para ser conscientes de que no trajo la muerta porque ya estaba desde el principio de los tiempos. Y, dado que no sabemos cuándo nos va a pasar, lo mejor que podemos hacer es aprovechar el momento presente para hacer lo que debemos hacer y que normalmente llega a ser tan simple como amar.

En un misterioso y poco comercial libro escrito por Carlos Castaneda acerca de cómo convertirse en chaman de una tribu Yaqui, de Sonora, México, llamado “Las enseñanazas de Don Juan”, Don Juan, el chamán, le dijo en una ocasión a Carlos:


“Carlos, cuando sientas ganas de dejar para mañana algo que tienes que hacer hoy, que te olvides de que no eres eterno y pienses erróneamente que tienes tiempo para posponerlo, recuerda mirar por encima de tu hombro. Si ves una sombra furtiva pasar, recuerda que es la muerte, que en cualquier momento puede echar la mano sobre tu hombro y llevarte con ella”.

Don Juan no solía ser sutil con Carlos, así como Tony no fue sutil ese día con nosotros, los alumnos VIP. Cuando nos reveló la habilidad número 1 que debía de desarrollar un gran líder todos los presentes entendimos que Tony nos había sembrado una extraordinaria semilla de sabiduría.

Claro, Poder Personal, ahora todo resultaba lógico. Tony definía Poder Personal como “la capacidad de actuar”, la capacidad de cambiar el mundo simplemente actuando. Si no sabes qué hacer, no importa, haz algo, lo que sea. Pero siempre basado en una firme creencia de que puedes cambiar tu experiencia de vida. ¿Y cuándo es el mejor momento para hacerlo?

Ese momento es ahora, pero si crees que tienes tiempo para posponer, que eres eterno, recuerda mirar por sobre tu hombro. Si me ves a mí pasar furtivamente, lo peor que te puede pasar es que haya escrito otro artículo como este y tengas que volver a leerlo. Porque acerca del Poder Personal, os hablaré otro día.

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