La diferencia entre aceptar y tolerar

Y por qué, entender la diferencia entre aceptación y tolerancia nos puede cambiar la vida.

Aceptación y tolerancia son dos conceptos que a menudo se confunden entre sí. A primera vista, podrían parecer sinónimos, pero en realidad tienen significados y connotaciones diferentes. En este artículo, exploraremos la diferencia entre aceptar y tolerar, y cómo estas dos actitudes pueden impactar nuestras relaciones y nuestra sociedad. Te prometo que, al final del artículo, voy a plantearte ciertas preguntas que te van a ser difíciles de contestar.

De hecho, la confusión de uso de estos dos términos ya sea por semántica o por aplicación práctica, es causante de una gran cantidad de confusiones y problemas. De manera simple, podemos decir, por ejemplo, que la aceptación significa que reconocemos y respetamos la opinión de otra persona, mientras que la tolerancia implica la capacidad de soportar la presencia de una idea o una creencia que no compartimos. Pero antes de meternos de lleno en el uso adecuado de las dos palabrejas, veamos su etimología con más detalle.

La palabra tolerar tiene su origen en el latín tolerare, que significa soportar, aguantar, permitir o respetar. Este verbo se deriva de la raíz indoeuropea tel-, tol-, que está relacionada con el concepto de levantar o quitar algo. El participio presente de tolerare es tolerans, tolerantis, que forma el sustantivo tolerantia, que significa cualidad del que puede aguantar o soportar. De ahí se derivan los términos tolerancia y tolerante en español y otras lenguas romances. La palabra tolerancia se usa para referirse a la actitud de respetar las opiniones, creencias, prácticas o características de los demás cuando son distintas o contrarias a las propias. También se aplica a la capacidad de consumir, digerir o ingerir algún alimento o sustancia sin manifestar efectos adversos.

La palabra aceptar proviene del latín acceptāre, que es el frecuentativo de accĭpĭo, accipere, que significa recibir, tomar, admitir, aceptar, aprobar, acoger, hospedar o tomar a su cargo. El prefijo ad- indica proximidad o dirección hacia algo, y el verbo capere se relaciona con la raíz indoeuropea *kap-, que implica coger, asir o tomar. El participio pasado de accipere es acceptus, que significa grato, bien recibido o amado. De ahí se forma el sustantivo acceptatio, que significa aceptación. La palabra aceptación se usa para referirse a la acción y efecto de aceptar algo voluntariamente, dar conformidad o consentimiento a algo, considerar válido o adecuado algo o recibir algo ofrecido. También se aplica a la actitud de respetar y valorar las diferencias individuales y sociales de las personas.

aceptación y tolerancia

Aceptar implica reconocer y aprobar una realidad o situación tal como es, sin intentar cambiarla. Cuando aceptamos algo, estamos de acuerdo con ello y estamos dispuestos a vivir con ello.

En su sentido más básico, aceptar implica reconocer y aprobar una realidad o situación tal como es, sin intentar cambiarla. Cuando aceptamos algo, estamos de acuerdo con ello y estamos dispuestos a vivir con ello. Por otro lado, tolerar implica soportar o permitir algo que no nos gusta o con lo que no estamos de acuerdo. La tolerancia implica una actitud de respeto hacia las diferencias, aunque no necesariamente implica estar de acuerdo con ellas.

La principal diferencia entre aceptar y tolerar radica en la actitud y la mentalidad subyacente, es decir, cuál es el principal motivante y cuáles las consecuencias de una u otra experiencia. Aceptar implica una actitud de apertura y aceptación de las circunstancias tal como son, mientras que tolerar implica una actitud de resignación o condescendencia hacia algo que no nos gusta. Aceptar implica una aceptación genuina y una disposición a adaptarse, mientras que tolerar puede llevar consigo un sentimiento de incomodidad o disgusto.

La aceptación puede ser una herramienta poderosa para el crecimiento personal y la paz interior. Cuando aceptamos las cosas tal como son, nos liberamos del sufrimiento y del deseo de controlar o cambiar lo que está fuera de nuestro alcance. La aceptación nos permite vivir en el presente y encontrar serenidad en medio de la adversidad. Sin embargo, la aceptación no implica necesariamente la aprobación de todo lo que sucede. Y tampoco es sinónimo de “resignación”. Podemos aceptar una realidad a pesar de que esta realidad nos afecta negativamente. No aceptar algo que “es”, es bastante parecido a la locura.

Por otro lado, la tolerancia es esencial para una convivencia armoniosa en una sociedad diversa. La tolerancia implica respetar y valorar las diferencias de los demás, incluso si no las compartimos. La tolerancia nos permite coexistir pacíficamente y fomenta la igualdad y el respeto mutuo. Sin embargo, la tolerancia no significa que tengamos que estar de acuerdo con todo o que tengamos que renunciar a nuestros propios valores y creencias. Podemos tolerar las diferencias mientras seguimos defendiendo nuestras convicciones y luchando por la justicia y la igualdad.

En resumen, aceptar implica reconocer y aprobar una realidad tal como es, mientras que tolerar implica soportar o permitir algo con lo que no estamos de acuerdo. La aceptación implica una actitud de apertura y adaptación, mientras que la tolerancia implica una actitud de respeto y convivencia pacífica. Ambas actitudes son importantes en diferentes contextos y pueden contribuir a la construcción de una sociedad más justa y equitativa. A través de la aceptación y la tolerancia, podemos promover la comprensión mutua y el respeto de las diferencias, creando espacios donde todos puedan coexistir en armonía.

Hasta aquí podemos estar de acuerdo, al menos la mayoría de las personas. Sin embargo, existe con claridad una mala aplicación de las experiencias de tolerancia o aceptación, en mi opinión por supuesto. Es decir, en ocasiones toleramos lo que debemos aceptar y viceversa, aceptamos lo que únicamente es tolerable. Incluso hay cosas que no son ni tolerables ni aceptables y, con todo, les aplicamos una de las dos fórmulas sin mucha reflexión.

Pues, aunque no lo parezca, esta confusión genera enormes problemas entre los seres humanos, quienes a veces exigimos lo inexigible por insensato o ilógico. Parte del problema es que, aunque parezca lo contrario, ni tolerancia ni aceptación tienen una definición objetiva o verdadera. No me importa lo que diga el diccionario de la RAE, ambas palabras significan cualquier cosa, lo que quieras que signifiquen. Son lo que se conoce, en lingüística, como nominalizaciones o sustantivaciones, y son el resultado lingüístico de convertir un verbo o acto inespecífico en un sustantivo.

Los verbos aceptar y tolerar son inespecíficos, por lo tanto, el resultante de ambas acciones es también inespecífico. Pero hagamos un trato. Acordemos por un momento, aunque sea solo para este artículo o charla, que nos ponemos de acuerdo en una definición arbitraria para cada una de las palabras que estamos analizando: aceptación y tolerancia. Y solo lo haremos aplicado a las personas con las que nos relacionamos.

  1. Tolerar: acción por la cual nos relacionamos con alguien quien piensa diferente en aspectos importantes de la vida y a quien vamos a intentar cambiar amablemente, fundamentalmente porque sus ideas amenazan de alguna forma las mías. No niego la relación ni la suprimo, solo la condiciono. Busco la verdad, pero no en la otra persona porque considero que ya la tengo.
  2. Aceptar: acción por la cual me relaciono con alguien que piensa diferente a mi pero sus ideas, aun contrarias a las mías, tienen las mismas posibilidades, en mi mente, de ser las correctas. Es decir, puedo aceptar que mis ideas pudieran no ser las correctas. No nada más no suprimo la relación, sino que la busco conscientemente pues esta relación solamente puede representar crecimiento o ideas más ricas. Busco la verdad y eso es lo que importa y la otra persona puede tenerla.
  3. Ni lo uno ni lo otro: acción por la cual decidimos que la relación no tiene sentido porque ambos estamos en una situación de supremacía inamovible. No buscamos la verdad sino dominar a la otra persona y, si no se deja, a tomar viento. Esta opción, así vista, parece una opción indeseable, pero mi experiencia demuestra que sí existen situaciones que no debemos ni tolerar ni aceptar. Tony Robbins decía que al gigante futuro se le mata cuando es niño, pues ya de gigante lo más normal es que sea él quien nos mate a nosotros. Es solo una metáfora que no plantea muertas reales ni nada parecido. Solo indica una verdad de vida: o cortas el asunto inaceptable e intolerable cuando es incipiente o cuando sea insoportable será ya demasiado tarde. Por supuesto, Tony se refería a sus debilidades personales, pero también se puede aplicar a otras personas.

Estas definiciones no son las correctas, sin duda, ya que ninguna lo es, por definición. Pero me servirán para transmitirte mi punto: equivocarnos en aplicar los conceptos es uno de los grandes problemas de la vida. Es decir, tolera lo que es aceptable o acepta lo que es tolerable únicamente o acepta o tolera lo que es inaceptable e intolerable, y ya tienes un problema que, en algún omento del futuro de nuestra línea temporal, estallará.

Te pongo otras situaciones para ver qué piensas. Decide si son la opción 1, la 2 o la 3:

  1. La infidelidad en una relación.
  2. El cambio de género de un descendiente directo muy menor de edad.
  3. El cambio de género de un descendiente directo ya pasado de la mayoría de edad.
  4. La mentira, el engaño.
  5. La manipulación.
  6. El incumplimiento de una promesa.
  7. El desempeño insuficiente de un subordinado.
  8. Ideas políticas diferentes.
  9. La morosidad, vista como el acto consciente y alevoso de no pagar las deudas.
  10. La ocupación de una vivienda ajena con la intención de no pagarla abusando de leyes permisivas.
  11. El robo.
  12. La corrupción.
  13. La pobreza.
  14. La riqueza.
  15. Que yo no vaya a dar mi opinión en ninguna de las anteriores.

Con respecto a no dar mi opinión, si no te parece adecuado solo te queda aceptarlo porque no hay nada que puedas hacer para cambiarlo. De hecho, aunque sí tengo ideas firmes ante las situaciones anteriormente planteadas, el propósito de este artículo no es decir qué debe de ser aceptable, tolerable o ninguna de las dos. No. El propósito de lo que quiero transmitir es que pensemos un poco antes de tomar una decisión acerca de nuestras experiencias de vida. ¿Lo debo de tolerar, aceptar o ninguna de las dos cosas? Es tu decisión y, con seguridad, será diferente a la de muchas otras personas. Pero lo que sea que decidas, hazlo. Ello requiere autoregulación, pero afortunadamente, la autoregulación la aprendes a desarrollar en cualquier buen curso de Inteligencia Emocional

Y ahora, ¿qué hacemos ante las diferencias? ¿Las toleramos o aceptamos? Lo que sí te digo es que, si no tienes una visión de futuro definida y compartida con las demás personas, lo que hagas dará fundamentalmente lo mismo.

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