Cómo pensar por uno mismo

Eres inmortal cuando piensas por ti mismo.

Anónimo

El alumno se dirigió al Maestro.

– Maestro, me siento motivado por subirme a esa montaña, la más alta que se ve desde el monasterio, y ver la inmensidad desde la cumbre. Ha de ser una experiencia extraordinaria y, tal vez, allá pueda encontrar la iluminación.

– Adelante. Tienes mi bendición. Cuando sientas que es el momento, hazlo sin dilación.

Y el alumno esperó el momento oportuno, deseoso de saber qué se sentía exactamente en esa ansiada y retadora cumbre. El día llegó y el alumno pensó que podría iniciar el camino, por lo que se echó al monte, en busca de la cumbre de la iluminación.

Por el camino se encontró con un viajero que descendía de la cumbre. Curioso, le preguntó por sus experiencias y la vista. Este hombre, el viajero, describió con todo el detalle posible su subida, la vista y que, desafortunadamente, no pudo descubrir la también buscada iluminación. A pesar de ello, le dijo que la subida había sido extraordinaria y había valido la pena.

El alumno continuó su trayecto y se encontró con otro viajero que bajaba de la cumbre a quien también le pidió que le comentase su experiencia. De igual forma, el nuevo viajero compartió su viaje, en el cual tampoco había encontrado la inspiración buscada.

A lo largo del camino, el alumno tuvo la oportunidad de conocer la experiencia personal de otros 30 viajeros. Se detuvo pensativo y decidió no continuar su camino pues ya sabía qué es lo que encontraría en la cumbre, gracias a las valiosas experiencias de los otros viajeros.

Al llegar de nuevo con el maestro, le dijo contento que finalmente no tuvo necesidad de subir a la cumbre pues los otros viajeros le habían ya explicado lo que encontraría.

Hijo mío -le dijo amablemente el maestro- te voy a revelar algo que pensé descubrirías tú solo y sin mi ayuda, pero dejaste de pensar por ti mismo y la verdad te pasó delante de los ojos sin verla. La iluminación no está en esa ni en ninguna cumbre, sino dentro de ti. Pero mis palabras son tan inútiles para tu vida como las de los otros bienintencionados viajeros que te encontraste. De la misma forma que hablar con 30 personas casadas no te dice nada de lo que sería tu matrimonio o que 30 padres te contasen lo que significa tener un hijo no te daría una sombra de lo que representaría que tú lo tuvieras, la experiencia de la cumbre de los viajeros que encontraste es única, como lo sería la tuya. Regresa a esa cumbre y descubre que lo que buscas no está en ella, porque estarás una cumbre más cerca de encontrarlo donde sí está.

Esta vieja historia sufí nos muestra lo fácil que es que, aun sin mala intención, dejemos que las experiencias de los demás, sus historias y sus pensamientos, nos impidan vivir nuestras vidas pensando como si fuéramos nosotros mismos.

Vivimos en una época de pandemia en la que puede ser que lo más preocupante y dramático no sea la pandemia, sino que hemos perdido la capacidad de pensar como nosotros mismos. Se nos dice a todas horas qué hacer, qué decir y qué pensar. Y digo que esto último es más preocupante y dramático que el asunto del virus porque el virus pasará, pero es muy probable que nuestras libertades perdidas no se recuperen tan pronto.

Pensar por ti mismo es, si no la más, una de las habilidades más importantes que debemos de dominar. Porque pensar por ti mismo es la base del poder personal.

¿Cómo podemos llegar a dominar el arte de pensar por uno mismo? No es sencillo, pero es posible. Las siguientes son unas cuantas guías para llegar a dominar el arte de pensar por uno mismo.

  1. Trabaja tu sistema de valores, no lo dejes al azar. Cuando de manera universal vamos a tomar una decisión acerca de qué hacer o qué elegir, no lo hacemos normalmente con un par de dados o una bola de cristal. Aunque a veces nos iría mejor si así lo hiciéramos, en realidad esto pasa porque fundamentalmente no pensamos por nosotros mismos usando nuestros valores, lo hacemos más bien usando los valores de alguien más. Los valores son los conceptos o las emociones que más deseamos tener en nuestras vidas y, como consecuencia, vamos a decidir hacer o elegir todo aquello que nos los proporcione, sin necesidad de pensarlo. Un ejemplo: si alguien valora enormemente la seguridad, difícilmente decidirá poner su propio negocio o invertir en criptomonedas. ¿Cómo hemos llegado a valorar las cosas que valoramos? Un poco por azar y un poco por sincronicidad, pero normalmente de manera inconsciente. Cambiar los valores no es malo en absoluto, como muchas personas pueden llegar a pensar, porque unas cosas son los valores y otras los principios de conducta. Mientras que los segundos, si no los cambias, estás dando una muestra de congruencia personal al mundo, los primeros, los valores, si eres capaz de cambiarlos y amoldarlos a tus metas, el mensaje que el mundo recibe es de dominio y poder personal de tu parte. Existen muchos cursos de Inteligencia Emocional que te permiten cambiar tus valores de manera consciente e intencional, con elegancia y sabiduría.
  2. Usa la información de los demás para complementar la tuya y no al revés, usar la tuya para complementar la de los demás. El gran Stan Lee, creador de múltiples superhéroes, contaba que su editor le pidió la creación de un nuevo superhéroe. Cuando Stan le mostró su idea de un adolescente picado por una araña que era capaz de trepar por las paredes, que tenía problemas personales y cuyo nombre, Spiderman, le sonaba muy llamativo, su editor le respondió que era la más estúpida idea que había escuchado y que pensase en algo más creativo. Sin embargo, Stan consideró la opinión del editor en aspectos que llegaron a representar cambios importantes, sin pensar ni por un momento en abandonar lo que él consideraba una idea genial.
  3. Entiende el verdadero significado de la autoconfianza. No se confía en uno mismo por los títulos universitarios que se poseen o por la experiencia adquirida con los años. La verdadera autoconfianza no viene de afuera de nosotros ni se gana con el tiempo porque no se desarrolla basado en quién serás sino en quien ya eres. Y ahora mismo eres lo máximo que puedes ser, simple y llanamente la máxima creación de la naturaleza. Saber eso te dará la mayor autoconfianza del mundo, más de la que necesitas.
  4. Se consciente de que el miedo estará presente en todas tus decisiones. Es normal que tengamos miedo al fallo o al error ya que se nos ha inculcado desde nuestro nacimiento. Luchar por no tener miedo es una de esas batallas perdidas que no vale la pena ni luchar (como la de querer ganarle una discusión a tu mujer, que los adolescentes no usen el móvil o querer que el populismo no se extienda por el mundo, batallas perdidas todas). Vas a tener miedo, lo quieras o no. Si no lo tienes es que ya estás muerto. La clave es moverse a pesar del miedo sin esperar a que este cambie o se acabe porque eso no va a pasar, y tomarse un tequila, créeme, no sirve.
  5. Desconfía de cualquier medio de información externo (incluido Facebook, Twitter, Instagram, televisión, radio o lo que sea que se autodenomine oficial y verdadero) que te indique cómo debes de pensar, comportarte o hablar. Y, en este sentido, la religión no cuenta. Dado que está basada en un conjunto de creencias previamente admitidas, y que la labor de la religión es precisamente decirnos cómo pensar, hablar y comportarse, cuando desde la religión se mandan estas instrucciones no están traicionando su esencia. Si no te interesa lo que te dicen simplemente no lo sigas escuchando. Muy al contrario, los medios de comunicación que nos marcan la manera correcta de pensar deben de ser cuestionados hasta en el más mínimo detalle. Una muestra de madurez es darse cuenta de que nadie te va a dar nada gratuitamente, a menos que sea tu padre o madre y del primero no me fiaría del todo. Como decía el gran empresario motivador norteamericano Jim Rohn, si va a ser depende de ti (en inglés, “If it´s going to be, it´s up to me”). Jamás te creas el cuento de que estos medios de comunicación están pensando únicamente en tu beneficio ni te olvides de que siempre persiguen sus propias metas, normalmente a costa de lo que sea. Los medios trabajan siempre para alguien y con frecuencia no somos ni tú ni yo.
  6. Cuando todo el mundo te diga que lo vas a lograr, busca inmediatamente a alguien que te diga lo contrario y cuando todo el mundo te diga que no va a funcionar lo que quieres lograr o que tu idea del mundo está equivocada, júntate con alguien que piense lo contrario. Aunque el segundo escenario es un poco más difícil de conseguir, encontrar gente que nos anime es más complicado que encontrar desanimadores profesionales, ver las cosas desde los dos puntos de vista te puede ayudar a formarte tu propia opinión y conocimiento de la verdad, que, al fin y al cabo, de eso trata esta charla. El camino a la inmortalidad comienza en pensar por uno mismo.
  7. No confundas confiar con creer. Aunque no son lo mismo, si en una frase que hayas pronunciado con confiar, puedes sustituir el verbo por creer y no pasa nada, entonces no estás usando la palabra confiar con propiedad. Confiar es saber que lo que deseas que pase va a pasar. Implica certeza en el resultado buscado, no esperanza vana.
  8. Se consciente de que pienses lo que pienses jamás estarás en posesión de la verdad, pero es que los demás tampoco. Sé que es confuso, pero en este mundo de relatividad, una cosa y la contraria pueden ambas ser bien ciertas. Lo importante tal vez no sea cuál es la verdad sino cuál me permite llegar a mis metas personales con más facilidad. Es decir, cuál verdad me es más conveniente.

Hasta aquí mis recomendaciones. Si esperabas un “trata de ser tú mismo” o algo así, esa recomendación no la vas a encontrar en mí, porque, si lo piensas bien, jamás podrías ser alguien más. Para ser alguien más se requieren buenos disfraces, esquizofrenias, bipolaridades, desdoblamientos de la personalidad y muchos trucos más, pero son solamente eso, trucos, porque eres tú mismo desde que naciste. Pero sí te recomiendo que uses parte de tu valioso tiempo en concerté a ti mismo, como recomendaba un letrero a la entrada del templo de Delfos dedicado a Apolo, en la antigua Grecia.

Solo personas que conocen su verdadero poder, que piensan por sí mismos y que derraman autoconfianza por los cuatro costados, podemos transformar el mundo que nos rodea y que, incidentalmente, en este momento no parece estar rodando a nuestro favor. Reconozco que, en este momento de mi vida, tengo miedo, mucho miedo. Es lo que tanto gobiernos como medios de comunicación quieren que sienta. Está bien, no pienso luchar contra ello. En su lugar voy a sustituir mi miedo con confianza, no de la de creer, sino la de saber que todo, pase lo que pase, va a estar bien. ¿Y tú qué piensas?

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