En la vida, lo que cuenta y lo que importa no siempre es lo mismo

Formación que sí importa para aprovechar la formación que sí cuenta.

Existen dos tipos de educación o formación en el mundo, la educación que sí cuenta y la educación que sí importa. La primera es la que nos piden irremediablemente para obtener cualquier trabajo y para tener las mínimas opciones de ser considerados como candidatos. La segunda es la que nos da el trabajo. La primera cuenta, la segunda importa. ¿Por qué una cuenta y por qué la otra importa? Lo explico a continuación y es probable que le sorprenda.

Seamos honestos: el título académico es un requisito fundamental en el mundo laboral del siglo XXI. No tener estudios universitarios es considerado un handicap a la hora de buscar empleo. Pero incluso a la hora de invertir, de crear su propia empresa, el título también puede resultar importante en la gestión acertada de la aventura empresarial.

Sin embargo, ante un acceso a la educación superior cada vez más generalizado, lo más común viene siendo encontrar que ante una oferta de empleo es ya complicado que los antecedentes académicos nos permitan tomar una decisión. Si todos los candidatos tienen el título requerido y todos poseen un máster, ¿a quién selecciono? Y aquí es donde entra la formación que sí importa, aunque, debo de admitirlo, no cuenta.

Pongamos como ejemplo a la Inteligencia Emocional, uno de nuestros cursos estrella. Es poco probable que en cualquier oferta de trabajo uno de los requisitos sea «Certificado en Inteligencia Emocional, abstenerse catetos emocionales». NO quiero decir que no se mencione a la Inteligencia Emocional en lo absoluto como una competencia deseable. Es raro, pero puede llegar a suceder. Y lo más probable es que quien la solicita no tenga mucha idea de a qué se refiere o para qué sirve.

Y el punto es que hoy en día, ningún director de Recursos Humanos tendría la menor duda de que es la Inteligencia Emocional la que importa para el éxito de las personas hasta en un 74% al menos, según los estudios de los psicólogos sociales.

O la PNL, una ciencia de la conducta creada en los años 70 que ha sentado las bases, de manera silenciosa y sin los suficientes protagonismos por cierto, de los principios de comunicación e influencia más importantes del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Es difícil encontrar un anuncio televisivo que no contenga trazas de lo descubierto por los creadores de la PNL.

En resumen, para que nos reciban en una entrevista de trabajo lo que cuenta es tener un buen respaldo académico. Pero para que nos contraten lo que importa es que sepamos vendernos, comunicarnos, influir, colaborar, trabajar en equipo, entusiasmarnos, apasionarnos, relacionarnos y estar abiertos al aprendizaje, entre otras muchas cosas.

Pero aún esta distinción puede llegar más lejos. 

El responsable de Recursos Humanos de Google, Laszlo Bock, fue el último en señalar la brecha que existe entre la formación que reciben los universitarios y las necesidades del mercado laboral.

En una entrevista para The New York Times, Bock aseguró que “el promedio de notas de la universidad es inútil como criterio de contratación, así como lo son los puntajes que las personas hayan obtenido en los distintos exámenes que les haya tocado resolver. Descubrimos que éstas cosas no nos permiten predecir nada respecto al buen desempeño de un futuro trabajador  pueda tener dentro del trabajo”.

Para Bock, en la actualidad existe una brecha insalvable entre la formación que reciben los jóvenes universitarios y las demandas del trabajo que deberán realizar. “Las habilidades de una persona en su trabajo no tiene ninguna relación con las que se exigen en la universidad”, indicó.

¿Qué es lo que busca Google, por ejemplo, junto con otras 15 grandes empresas internacionales en las personas que contratan? La siguiente es una lista de estas competencias:

  • Aprender a aprender. Es lógico si se tiene en cuenta que el ritmo de cambio en el mundo es ya vertiginosos, con lo que lo que ya sabemos tarda poco en volverse obsoleto.
  • Innovación. Competir desgasta, innovar fortalece.
  • Liderazgo.
  • Formar equipo.
  • Guiar.
  • Influir

Y muchas más que se clasifican de lleno en las llamadas «soft skills». Voy a expresarlo con palabras claras. NO IMPORTA lo que estudiamos en la Universidad si cuando salimos ya es obsoleto o no es solicitado en el mercado laboral. Y sin embargo al liderazgo no le encuentro yo la obsolescencia por ningún lado y, por cierto, es una competencia que se aprende.

Nosotros, para simplificar, preferimos expresarlo de otra forma. Lo que cuenta se aprende en las Universidades. Lo que importa nosotros lo enseñamos.

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