El propósito de la vida es ser nadie

Si estás interesado en entender qué es el EGO, este artículo te interesa.

Piénsalo por un momento. ¿Quién eres?

Es una pregunta trampa que en la vieja historia sufí ya preguntaba un maestro a su alumno a lo que el alumno respondía:

“Soy Juan” (un nombre genérico como otro cualquiera).

“No te pregunté tu nombre, te pregunté quién eres”, replicó el maestro.

“¡Ah! Ya entiendo. Soy un hombre”, contestó más firme el estudiante.

“No te pregunté tu género, te pregunté quién eres”, insistió el maestro.

“¿Un ser humano?”, dijo el alumno, ahora más dubitativo.

“No te pregunté por tu especie, pregunté que quién eres”.

“¿Un alumno del gran maestro sufí? ¿El hijo de Simón, hermano de Lee?, continuaba contestando el estudiante, cada vez más confundido.

A cada respuesta dada por el estoico alumno el maestro respondía con la misma cantaleta. Ninguna era, según el maestro, la respuesta correcta a la pregunta “¿Quién eres?”.

El alumno, ya totalmente rendido, preguntó entonces. “Pues Usted, maestro, dígame entonces quién soy”.

“Tú eres el alma que habita en ti. No eres ni tu nombre, ni tu profesión, ni tampoco de quién eres pariente. Eres lo que has construido en tu mundo interior y eso es lo que te identifica”

O sea, nadie.

Si piensas en términos de tamaño o importancia, con solo saber que existen una cantidad de estrellas de aproximadamente un 1 seguido de 24 ceros en el Universo, entonces tú eres una simple mota de polvo que, si cesase de existir, el Universo completo seguiría más o menos igual. Si piensas en función del tiempo de existencia, tus ya logrados casi 100 años como ser humano son bastante insignificantes comparados con los 14 mil millones de años de existencia del Universo.

Eres nadie, pero no pretendo deprimirte, sólo hacerte consciente de las ventajas de ser nadie.

Es el EGO el que dice quién eres a nivel superficial y eres tú quien te lo crees, lo defiendes a morir y lo mantienes a pesar de todas las evidencias que demuestran lo contrario.

Ser nadie tiene sus beneficios. Además de poderle responder al maestro de una manera en que no hubiera podido corregirte, encontrarías otros beneficios y ventajas por ser nadie. Además, estarías dirigiéndote hacia la iluminación que, entre otras cosas, pasa por la negación del ser. Veamos los beneficios del ser un Don Nadie.

Ser un nadie nos permite verdaderamente experimentar y apreciar la profundidad de lo sublime.

En 1757, Edmund Burke publicó uno de los libros más influyentes jamás publicados en la ciencia de la Estética, el arte de apreciar la belleza, en el que distinguía la experiencia de conocer la belleza y experimentar lo Sublime.

Todos estamos familiarizados con la belleza y lo bello. Se puede definir como aquello que podemos experimentar cada día y nos causa placer y asombro. Lo Sublime, sin embargo, es diferente. Es sobrecogedor y nos hace sentir insignificantes, mucho más que algo visualmente encantador. Normalmente nos dejaría sin palabras para poder expresarlo y compartirlo por cuanto es una experiencia exclusivamente personal.

Podemos encontrar algo sublime cuando nos damos cuenta del poder de la naturaleza, en la emoción del amor o en una obra de arte extraordinaria. Nos hace entender que es algo más allá de lo comprensible o explicable.

Y para poder sumergirnos en lo sublime tenemos que rendir una parte de nosotros. Tenemos que aceptar un cierto grado de inferioridad que permita le existencia de algo más grande. La concientización de sentirnos inferiores es compensada con la posibilidad de experimentar el éxtasis.

Todos Podemos en esencia experimentar éxtasis, pero el EGO y su falso sentido de la importancia se interpondrán cada vez que tengamos la oportunidad de vivirlo. El EGO quiere el éxtasis, pero sin sentir vulnerabilidad e insignificancia, lo que nos lleva directamente a la experiencia del miedo.

Cuando descubres que eres nadie, que tu EGO es una construcción circunstancial y temporal de tu identidad, entonces te abres a la experiencia de lo sublime, del satori, de la iluminación.

Ser nadie nos libera de las irracionales presiones y expectativas del incierto mundo en que vivimos.

Lo que llamamos identidad es simplemente un papel que escogemos, en ocasiones inconscientemente, para lidiar con las experiencias del mundo aparente o físico. Nuestra identidad estará sometida a innumerables etiquetas y jerarquías de valores, lo que definirá y controlará nuestra conducta.

Nuestra realidad experimentada determina nuestra identidad y viceversa, nuestra identidad determina nuestra realidad experimentada. Un árbol no es un árbol porque una extraña ley de la naturaleza así lo ha definido. Es un árbol porque los seres humanos hemos decidido que una serie de estímulos sensoriales percibidos a través de nuestros cinco sentidos y organizados por un cerebro se entienden como árbol. Es importante extender esta distinción.

Tu realidad no es más que una interpretación personal. Puedes creer en ello o no, pero a partir de que hayas leído estas palabras, lo que decidas será una elección personal ya que ya sea que la realidad que experimentas está en tu percepción o ya sea que la realidad que experimentas es lo que es sin tu intervención, tu experiencia de la vida sería la misma. La verdadera diferencia estribaría en encontrarle sentido a la vida o no. Como dijo Albert Camus, tratamos de encontrar el sentido de un mundo sin sentido, lo que nos lleva a una vida conflictiva.

El problema es que definirte a ti mismo con una etiqueta te mete de lleno en un mundo irreal. Si eres un director general o un alto ejecutivo de una multinacional tendrás que cumplir con una serie de etiquetas y reglas que, lo quieras o no, te harán esclavo e infeliz.

De ninguna manera pretendo dar a entender que un monje es más aceptable que un CEO. La esencia de la felicidad reside en separar la identidad, tu ser esencial, con el trabajo o posición, CEO. No eres la posición, como diría el viejo maestro sufí, eres quien eres, un nadie.

Pero si ocupas una posición debes de hacerlo lo mejor posible, porque esa es la verdadera esencia de descubrir tu verdadero yo. Por eso, aunque no parece algo fundamental, descubrir tu verdadero yo es la auténtica razón por la que la formación es importante, porque te permite saber quién eres, no lo que haces. Te permite hacer lo que tengas que hacer con maestría de forma que seas capaz de distinguir entre tu posición, tu puesto, y tu ser esencial, es decir, nadie.

La esencia de la felicidad reside en la aceptación de lo que es. Solo es posible alcanzar la paz mental cuando se deja de luchar por conseguir lo que se supone que un puesto o posición determinada en la vida tiene que conseguir. Cuando aprendes algo nuevo, no lo haces por lo que vas a conseguir. Lo haces por que es una manera de demostrar que haces el mejor uso del tiempo que la vida te ha dado.

Formarte en habilidades blandas, inteligencia emocional, influencia, persuasión, dominio emocional, etc., te permite desempeñarte con excelencia, lo que es la mejor manera de darnos cuenta de que no somos el puesto, somos la persona que ocupa el puesto temporal y circunstancialmente y que lo que hemos aprendido nos acompaña más allá de la posición. Aprendemos que, sin poderlo evitar, todas las posiciones son temporales y perecederas. Es entonces cuando empezamos a buscar lo que no perece, lo que es eterno.

Y es entonces cuando, al darnos cuenta de que no somos la posición o el puesto o la identidad asumida en la experiencia terrenal, nos damos cuenta de que son nuestros retos los que nos definen, no nuestros logros.

Ser nadie significa ser tan humilde como para aceptar que nos definen nuestros retos, no nuestros logros.

Sí, ya sé. Has logrado esto y lo otro y por eso eres muy grande. Pero si hacemos una encuesta igual y nos encontramos que la mayoría de las personas pensarían que lo que has logrado no te lo mereces. Que es fruto de la suerte, de tu inusitada amabilidad y displicencia con tus superiores o de cualquier otra circunstancia no imputable a tu esfuerzo personal. Y, a lo mejor, tienen razón.

El punto es que, ya sea porque tú lo lograste con tu esfuerzo o la vida te lo regaló, es imposible probar el origen de tus logros. No existe manera de hacer una causa-efecto razonable.

Entiendo que tu EGO preferirá, y de hecho te impondrá, pensar que tus logros obedecen a tu extraordinario esfuerzo y habilidades personales únicas otorgadas por un Dios caprichoso que a otra persona que se esforzó igual o más, no le concedió.

Pero si quieres alcanzar la paz mental y la felicidad debes de disociarte de tus logros. No son tuyos, son del Universo, si es que ese concepto te gusta o es aceptable para ti. El Universo se expresa a través de ti y logra cosas, logra que la humanidad evolucione al siguiente nivel, logra que la vida sea, cada día que pasa, más sagrada.

Porque, al fin y al cabo, ¿quién eres tú?

Eres nadie. Trata, por los próximos días, de ser nadie. Juega a ser nadie, aunque sea por unos instantes. Después de un tiempo encontrarás que ser nadie es lo máximo a lo que puedes aspirar y experimentarás, al mismo tiempo, la felicidad.

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