Dame una moneda, tengo que tomar una decisión de $2 millones, parte 3

Episodio 3.

En el episodio pasado, uno de los clientes de Francisco usaba una moneda para tomar una decisión de un par de millones de dólares y veíamos otras muestras de cómo el uso de la intuición puede permitir que un CEO lleve a una empresa por el camino del éxito y del crecimiento. En este episodio analizaremos las razones por las que la intuición no es usada tan a menudo como se necesitaría y, también revisaremos, los principios que rigen el uso del instinto o intuición .

Continuemos.

Un amigo mío, gerente de sucursal bancaria, me comentaba que la concesión de los créditos o préstamos personales del banco en el que trabaja, y seguramente en todos los demás, depende de un algoritmo. Le das cierta información al sistema y el sistema programado “decide” (y lo pongo entre comillas intencionalmente) si te concede el préstamo o no. El viejo cuento de que los banqueros son aquellos que te prestan un paraguas cuando llueve si y solo si ya tienes paraguas es ahora más cierto que nunca.

El intelecto tiene una serie de desventajas que le impiden tomar decisiones adecuadas a nuestros deseos y, entre ellas, están las siguientes:

  1. Estamos bombardeados de información. Los estudios demuestran que, a más opciones, más imposible es decidir. Estudios en supermercados han mostrado inequívocamente que reducir el número de opciones para los clientes ayuda a incrementar las ventas y reduce el tiempo de permanencia del cliente en la tienda y en cajas, el cuello de botella de cualquier supermercado.
  2. No solamente estamos inundados de información, es que, además, es toda tan similar que nos impide decidir. Un ejemplo. ¿Cuál es el supermercado más barato, el que tiene los mejores precios? Si eres como yo, sabrás que si te basas en la propaganda todos cumplen esa condición de más barato, lo que es por definición, imposible.
  3. La información que se nos proporciona en términos generales y sin temor a equivocarme es falsa en un altísimo porcentaje. Ya sea un político o un publicista, ambos carecen de la suficiente honestidad para decir la verdad. SI ves un anuncio de un coche cualquiera que puedes comprar a partir de cierta cantidad de dinero verdadera y llamativamente baja, que sepas que es imposible que lo consigas por ese precio. Lo mismo pasa con los precios de los billetes de avión, que se anuncian con descaro de manera confusa y falsa en la mayoría de las ocasiones. Otro ejemplo lo puedes encontrar en la información referente al Covid 19. Es tan poco confiable la información oficial y formal como la que no goza de dicho prestigio, eliminando, claro está, algunas informaciones tan estúpidas que hay que ser una especie de fanático para creerlas a pies juntillas, como, por ejemplo, beber cloro para matar el virus. Aunque es verdad que el virus se muere, es antecedido por el cuerpo del ser humano que se muere primero.
  4. No somos tan inteligentes como pensamos. Hemos aprendido a valorar el intelecto por encima de su valor real y, como consecuencia, todos nos sentimos más inteligentes y listos de lo que realmente somos. Confiar en una aptitud que no tenemos es equivalente a permitir que un ciego nos diga cuál es el color que más nos favorece. Una ya famosa prueba llamada Experimento de Selección de Wason, conducida por el psicólogo Peter Wason en 1977 demostró que, como mantengo en este punto, no somos tan listos como pensamos.

Se trataba de un simple experimento de cartas que requería un intelecto normal para ser resuelto y que solo lo lograba resolver el 10% de las personas a quienes se les presentaba. Aun en la actualidad no se consiguen mejores porcentajes de acierto que en el 77. La verdad es que existe una enorme y creciente recopilación de evidencia proporcionada por psicólogos y expertos en ciencias cognitivas que indica que no tenemos ni idea de por qué actuamos como actuamos, decidimos lo que decidimos, escogemos lo que escogemos o pensamos como pensamos.

Y es aquí donde el instinto se convierte en algo extraordinariamente útil, preciso y eficaz. Porque, como es fácil suponer, no funciona con la lógica, sino con… En realidad, no sé bien con qué funciona, pero de que funciona, funciona.

Veamos cuáles son los principios que rigen el uso del instinto y que conviene tener en cuenta:

  1. El instinto existe. Sin ninguna duda, podemos tomar decisiones basadas en nuestras sensaciones internas sin ningún apoyo de la lógica. Para mí, el hecho de que esta posibilidad exista implica que tiene un sentido de vida.
  2. El instinto viene preinstalado de fábrica, pero no viene preconfigurado. Se configura con la experiencia, el aprendizaje y la auto confianza. Como un músculo cualquiera, si deja de usarse o nunca se ha usado, se atrofia. Lo bueno es que, parece ser, en cualquier momento se puede desarrollar y hacer crecer.
  3. Casi todas las tradiciones espirituales del mundo nos hablan de una conexión con la sabiduría universal, la cual muy bien, podría llamarse instinto. Si esto no te convence, al menos que te sirva para darle una oportunidad.
  4. El instinto se libra de todas las trampas del intelecto y, si es trabajado con eficacia y confianza, representará con mucha mayor certeza tus intereses y deseos más sinceros y profundos.
  5. Ya sabemos que la mayoría de nuestras decisiones no son lógicas. Si así fuera, nadie estaría casado o tendría tarjetas de crédito. Si las decisiones más importantes de nuestra vida no tienen, ni lo necesitan, sustento lógico, la mejor forma de tomarlas es de manera instintiva.
  6. El instinto procede y se alimenta directamente del auto conocimiento. La frase colocada en el pronaos del templo de Apolo en Delfos “Conócete a ti mismo” es la base del desarrollo del instinto y la primera característica de la Inteligencia Emocional expuesta magistralmente por Daniel Goleman en 1995.
  7. Por último, al empezar a usar el instinto, sobre todo uno que no ha sido usado con frecuencia, lo vamos a tener un poco desentrenado y es altamente probable que nos lleve por el camino equivocado. Eso no significa que no funcione, sino que confiamos poco en nuestras capacidades divinas o naturales. Confía en ti mismo, eres tu mejor recurso en la vida.

Y si después de todas estas historias y argumentos que he compartido contigo decides seguir sin usar el instinto y decides darle prioridad al intelecto, que sepas que probablemente le estás rindiendo honores al sirviente y despreciando el mejor regalo. No lo digo yo, lo dijo Einstein.

En todo caso, siempre te quedará la posibilidad de lanzar una moneda al aire y, en función del resultado, usar o no tu intuición.

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