Cambia tu lenguaje, cambia tu vida

Un par de catedráticos de la Universidad de Santa Cruz en California descubrieron que el mayor anhelo de los seres humanos era y es cambiar. Cuando Richard y John, los dos co-creadores de la Programación Neurolingüística, con la idea de cambio en mente, publicaron su libro “Estructura de la Magia” no pensaban que iban a llevar a la PNL a las dimensiones de respeto de las que goza hoy en día.

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Webinar Change in a Day

Con todo y sus detractores, que los hay y muchos, la PNL ocupa ya un puesto importante en el escaparate de las ciencias de la conducta y del cambio personal.

Y cuando yo leí por primera vez el libro antes mencionado, debo admitir que me transformó totalmente. Por primera vez encontraba un modelo perfectamente coherente que explicaba cómo los seres humanos interpretan la realidad, la expresan y la construyen y proyectan basados en su modelo lingüístico.

Si quieres conocer qué mapas internos de la realidad posee cualquier ser humano averigua cómo se expresa lingüísticamente. John y Richard identificaron ciertos patrones lingüísticos de modificación estructural de la realidad que determinaban el tipo de experiencias que esas personas iban a vivir en sus vidas con más frecuencia. Por ejemplo, si nuestro mapa lingüístico interno no tiene una calle llamada “alegría” pero en cambio tiene una enorme cantidad de avenidas llamadas “miseria”, “tristeza”, “desesperación”, etc., esos son los trayectos que, para tratar de llegar a nuestros destinos, usaremos con más frecuencia. Estaremos describiendo nuestra vida en función de las calles que usamos rutinariamente.

Y, lo que es más paradójico todavía si cabe es que, al usar estas mismas calles siempre, tenderemos a reforzar nuestras interpretaciones negativas de la vida, cayendo en un bucle de retroalimentación que necesita la ayuda de un experto para ser interrumpido y cambiado. No nos damos cuenta de que no nos damos cuenta.

Personalmente incluiría estos conocimientos, la capacidad de identificar las distorsiones lingüísticas que usamos para construir una realidad que no nos agrada, desde las más tempranas etapas de los modelos educativos actuales. Nos evitaríamos muchos problemas de comunicación, al menos.

Un ejemplo de lo que significa no tener ni idea de esto de lo que estoy escribiendo nos lo dan los políticos y los medios de comunicación todos los días. En el proceso de investir al presidente de España que estamos viviendo en este momento, la utilización permanente de términos abstractos, imprecisos, vagos e inadecuados es pandémica y alcanza proporciones ya de risa, pero solo para los que podemos comprender estas cosas.

Expresiones del tipo “los españoles han votado por…” o “no hay confianza”, o “un gobierno progresista” o “continuista”, o la más usada, “necesitamos un cambio”, son todas ellas, absolutamente incomprensibles. Nadie que las escucha ni quien las usa coincide en la interpretación de dichas palabras o expresiones. Es imposible. Palabras como “responsabilidad”, “confianza”, “bloqueo”, “corrupción” se conocen en Neurolingüística como Nominalizaciones y, literalmente, no poseen significado definido. Pero no porque nadie se lo haya dado, sino porque es imposible que lo posean. Usarlas es peligroso por cuanto no se sabe qué rayos quieren decir.

Sí, ya sé que el diccionario de la RAE las define. Y, de hecho, lo hace con palabras tan imprecisas como las que mencioné anteriormente. Definir imprecisión con imprecisiones no es definir. A los políticos les viene bien el uso de estas palabras, por cuanto dicen muchas cosas que no significan nada. Nominalizaciones, Juicios, Causas-efecto, verbos y sustantivos imprecisos, son los procesos de distorsión lingüística más usados por estas personas. No creo que lo hagan intencionalmente, pero al darse cuenta de que es fácil decir mucho y nada al mismo tiempo y de que esto les beneficia, tenderán a usarlo sistemáticamente.

¿Y nosotros? ¿Podemos cambiar a través de nuestro lenguaje?

Nosotros hacemos lo mismo, pero en nuestros procesos de comunicación interno, cuando nos comunicamos con nosotros mismos (qué esquizoide me estoy viendo, ¿no?). Por ejemplo, las personas que valoran mucho el éxito, pero tienen una definición interna de éxito muy difícil o imposible de cumplirse, lógicamente vivirán una vida en la que no serán exitosos, por más que lo intenten. Lo mismo sucede con aspectos tan importantes como el amor, la felicidad, el respeto, etc.

Sé que puede parecer complicado, pero no lo es. Recuerdo hace ya algunos años a un profesor de secundaria que enseñaba Lengua, la asignatura, mencionarme que nunca había entendido el lenguaje de la forma en que yo lo enseñaba y que, para él, había sido una revelación.

En resumen, la realidad que nos representamos internamente construye el lenguaje que usamos y el lenguaje que usamos construye la realidad que vivimos interna y externamente. La buena noticia es que, si cambias tu lenguaje, tu forma de expresarte, a voluntad, cambiarás la experiencia de vida que tienes. Así de simple, así de real.

Puedes cambiar tu lenguaje en un día, si quieres y sabes cómo. Puedes cambiar en un día. Porque no importa que nunca nadie te haya enseñado a utilizar el lenguaje de las oportunidades y de la felicidad, lo puedes aprender fácilmente. Haz una prueba ahora mismo. Di “la vida está llena de oportunidades” y deja que la magia funcione a tu favor.

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