Cómo saber si tienes una autoestima sana

Antes de saber si nuestra autoestima es sana, veamos qué es la autoestima. La autoestima es la valoración que una persona tiene de sí misma, y puede ser positiva o negativa. Con frecuencia, a una autoestima negativa se le achacan prácticamente todos nuestros infortunios como seres humanos. Entre la auto estima y la mala suerte, ninguna de ellas culpa nuestra, ya podemos explicar con facilidad por qué nada nos sale bien en este mundo.

¿Cómo se forma la autoestima? Parece ser que la autoestima se forma a partir de las emociones, los pensamientos, las experiencias y las influencias del entorno. Al menos, eso es lo que explican los psicólogos. ¿Ves? Nada de ello en nuestras manos o en nuestro control, aunque sea incipientemente. En apariencia, como trataré de demostrarte. Al final del artículo tendrás la demostración final y más clara de la medición de tu autoestima. Y si intentas irte directamente hasta allí sin leerte o escuchar el resto de esta historia, eso será una demostración inmediata de que tu autoestima está por lo suelos.

Lo que sí es de conocimiento general es que la autoestima influye en la salud psicológica, el bienestar y la forma de relacionarse con los demás, situaciones que, debido a su importancia, debiéramos de ser capaces de influir en cierto y suficiente grado. De otra forma, la vida no tendría sentido. Al menos para mí.

En verdad que existen fuerzas externas a nosotros que intentan con alevosía socavar nuestra autoestima, porque de esa manera somos mucho más controlables como seres humanos. El socialismo o el comunismo son ejemplos muy claros de intentos intencionales de convencernos de que los seres humanos no tenemos poder, y de fomentar masivamente en nosotros una dependencia directa de un organismo superior, llámese estado, gobierno o gran hermano. La idea insidiosa de que sin ese ente superior seríamos incapaces de cualquier desarrollo personal o del logro de hasta el más nimio de nuestros objetivos, ha estado presente en todos los movimientos populistas, demagogos o totalitarios desde que el mundo es mundo.

Según los psicólogos, la autoestima se puede mejorar con el autoconocimiento, la aceptación, el respeto y la confianza en uno mismo. El problema de esta frase es que contiene demasiadas palabras inespecíficas. Para empezar, la palabra autoestima es inespecífica en grado sumo. Ya ni hablemos de autoconocimiento, aceptación, respeto y confianza.

Seguro que crees que son palabras perfectamente definibles, pero te equivocas. Estoy seguro de que no existen en el mundo dos personas con la misma definición de cualquiera de esas palabras. Lo que para alguien puede perfectamente representar una conducta respetuosa, para otra persona no es más que una conducta normal y corriente. A menudo confundimos que una persona muestra desinterés cuando en realidad es pura y llana mala memoria, sobre todo cuando se trata del cumpleaños de alguien.

autoestima sana

«con seguridad la autoestima se puede mejorar, lo que contribuirá a que logremos un disfrute mucho más pleno de la vida, sea lo que sea que disfrute pleno pueda significar para ti.»

Pero lo cierto, según mi experiencia, es que con seguridad la autoestima se puede mejorar, lo que contribuirá a que logremos un disfrute mucho más pleno de la vida, sea lo que sea que disfrute pleno pueda significar para ti.

La experiencia nos enseña que sin una autoestima sana es imposible alcanzar la felicidad, otro concepto tan subjetivo e impreciso como importante. Veamos entonces como lograr mejorar nuestra autoestima a niveles incluso superiores a lo que llamaríamos “sana”.

La prueba definitiva para medir nuestra autoestima

Y ahora, para terminar., la prueba definitiva para la medición infalible de nuestro nivel de autoestima. Evalúa, por favor, las siguientes consideraciones con total sinceridad. Para ello, para contestar con total sinceridad, te pido amablemente que pienses en los diez mandamientos de la Ley de Dios antes de contestar (lo creas o no, pensar en estos mandamientos nos hace más honestos según estudios de psicología social). Anótate un 1 por cada respuesta positiva y un 0 por cada respuesta negativa.

  1. Entendemos perfectamente la diferencia entre “merecerlo” y “ganarlo”. ¿Crees que es lo mismo? Pues no, no lo es. Y, con frecuencia, lo usamos de la forma incorrecta, como si fueran sinónimos cuando no lo son. Merecer tiene que ver con dignidad personal, con quién eres realmente. Ganar es una relación causa-efecto. Te mereces muchas cosas, todo si quieres, pero no lo tienes porque no te lo has ganado. Cuando te dicen que has conseguido algo porque te lo mereces, le puedes corregir sin titubeo alguno, siempre y cuando no sea muy cercano a ti, y decirle que no es que te lo merezcas, sino que te lo has ganado. Te lo has merecido siempre pero solo hasta este momento es que has hecho lo necesario para tenerlo. Cuando alguien dice “no lo tengo porque no me lo merezco”, habla de su dignidad, no de sus esfuerzos. En el pasado, un rey se merecía un respeto que un plebeyo no, sin discusión. Esta confusión entre “merecer” y “ganar”, que puede parecer irrelevante, se encuentra en medio de todos nuestros sentimientos de envidia, luchas de clases, diferencias sociales y económicas y demás distinciones que podemos observar entre los seres humanos y que algunos grupos en busca de poder explotan inmisericordemente para dominarnos y lograr nuestro apoyo.
  2. Nos aceptamos tal y como somos, reconociendo nuestras fortalezas y debilidades, sin juzgarnos ni criticarnos duramente.
  3. Normalmente trabajo más en mejorar mis fortalezas que en eliminar mis debilidades (como decía el gran Dr. Dyer, “aquello contra lo que luchas te hace más débil”).
  4. Nos respetamos y respetamos a los demás, sin caer en la arrogancia ni en la sumisión. El sentimiento de supremacía o superioridad, tan común en nuestros días en determinados grupos de personas, es una muestra de un enorme complejo de inferioridad.
  5. Nos sentimos capaces de afrontar los desafíos y las dificultades de la vida, sin dejarnos llevar por el miedo o la inseguridad. Claro que sentimos miedo, lo que ocurre es que nos movemos a pesar de sentirlo.
  6. Nos valoramos por lo que somos y no por lo que tenemos, hacemos o el puesto que desempeñamos, sin depender de la aprobación o el reconocimiento externo.
  7. Nos cuidamos, consentimos y deleitamos con frecuencia y nos permitimos disfrutar de las cosas buenas de la vida, sin sentirnos culpables o egoístas. Nos lo merecemos y cuando nos lo hemos ganado, ese es el momento. Por cierto, esa es la esencia de la expresión “vivir el ahora”.
  8. Nos expresamos con asertividad y honestidad, sin ocultar nuestros sentimientos u opiniones, ni agredir a los demás.
  9. Nos relacionamos con los demás de forma positiva y constructiva, sin compararnos ni competir, ni aislarnos ni evitar el contacto.
  10. Podemos vivir sin tener la razón, aun cuando sí la tenemos. Desde hace muchos años no he ganado un argumento a mi hijo de 28 años ni siquiera cuando la lógica más aplastante estaba de mi lado. Sé que este puede parecer un caso extremo, pero es más común de lo que parece. Otro ejemplo es querer ganarle un argumento a tu esposa. En cualquier caso, querer tener la razón siempre puede ser, y con frecuencia lo es, una muestra de que necesitamos un reforzamiento constante de nuestra autoestima, señal inequívoca de que está algo dañada, salvo en el caso de los matrimonios en los que la interpretación es muy diferente.
  11. Nos planteamos metas superiores, incluso aparentemente irreales, y coherentes con nuestros valores y deseos, sin conformarnos y exigiéndonos siempre mucho porque no importa el logro sino el esfuerzo. Como complemento, no nos juzgamos por lo que logramos sino por lo que buscamos lograr. No nos definen nuestros logros, sino nuestras metas.
  12. Nos esforzamos por mejorar y aprender de nuestros errores, sin rendirnos ni desanimarnos.
  13. Nos celebramos y reconocemos nuestros logros, sin minimizarlos ni envidiar a los demás.

¡Perfecto! Seguro fuiste sincero (recuerda el quinto mandamiento), así que es hora de sumar los síes. El cuestionario o prueba se evalúa de la siguiente forma. Si te importa un rábano lo que hayas sacado, tu autoestima es sana. Si estabas preocupado ya sabes lo que tienes que hacer. Ponte a trabajar en los aspectos mencionados y, por encima de todo, diviértete. En este juego llamado vida no hay forma de que puedas perder.

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