La “operación bikini” del cerebro

¿Amaneces escuchando las noticias? Entones este artículo te interesa.

«Me encanta, pero no puedo comerlo», me dice un amigo en un restaurante. Le gusta, no cabe duda. Lo disfrutaría a plenitud, pero prefiere abstenerse. Suena a masoquismo y es, sin embargo, el «modus operandi» de un montón de personas en el mundo occidental. Privarse de algo que disfrutan en aras de no engordar.

A lo mejor algo que adoramos es inadecuado para nosotros en algún aspecto y tenemos que restringirlo, pero privarse de algo que nos gusta por voluntad propia es masoquismo. Independientemente de que sea por razones de salud o estética. Sufrimos, eso no está en duda, cuando dejamos de hacer, comer, vivir, algo que deseamos.

Estás atento a la vida. Vives cosas, las asocias. Una persona me cuenta que necesita escuchar la televisión para dormirse. Me dice «Cuando veo la televisión o simplemente la escucho mientras me duermo, me permite evadirme de mis pensamientos». Igual que una droga o el alcohol.

Pero hay una diferencia. El alcohol actúa sobre nuestras representaciones internas, modificándolas y permitiéndonos alterar nuestra realidad percibida. La televisión hace exactamente la misma función, pero sin elementos tóxicos.

Un momento, ¿dije sin elementos tóxicos?

Es verdad que no caemos muertos ni tenemos «cruda» después de ver la televisión, pero eso no quiere decir que no sea tóxica.

Pero no es un artículo en contra de la televisión. Lo que pasa es que no entendemos que nuestro cerebro., al igual que nuestro cuerpo, también se alimenta y su desempeño va a depender de qué tan buena es nuestra alimentación.

La persona que me comenta la necesidad de ver televisión para dormirse es enemiga del uso de sustancias ajenas al cuerpo para lograr la estimulación que sea. Esta persona no es partidaria del uso del alcohol ni de las drogas ni de ninguna sustancia parecida. Todas ellas logran la evasión de la realidad, al igual que la televisión, pero esta última si es aceptable mientras que las anteriores no lo son.

¿Por qué la televisión es aceptada universalmente como un evasor de la realidad que no daña?

No lo sé, pero tal vez sea porque el daño que nos provoca meter información inadecuada al cerebro no es percibido inmediatamente.

Tony Robbins, el gran gurú del desempeño personal, hace énfasis en este aspecto cuando nos cuenta acerca de las personas que, sin saberlo, nos dan una cucharada de estricnina en el café, en lugar de azúcar. Si tú sabes que es veneno, ¿lo tomarías? Seguramente no lo harías, si valoras tu vida.

El problema es que mucha información que dejamos entrar a nuestro cerebro es literalmente estricnina, o un veneno peor.

¿Cómo saber qué información es venenosa o tóxica para nuestro cerebro? Parece una pregunta complicada de responder, pero es sumamente fácil. La respuesta está en nuestros metas u objetivos.

Lo que sea que percibimos que demuestra que no podemos alcanzar nuestros objetivos es tóxico, lo que demuestra lo contrario es sano. Si no tenemos objetivos, si no sabemos qué deseamos, lo que sea que percibimos es irrelevante.

Demostrarte que nuestro cerebro, y nuestra mente reaccionan en función de lo que perciben, de la información que rutinariamente reciben, es imposible. No existe procedimiento científico que lo demuestre fehacientemente. Me encantaría que así fuera, pero no lo es. Tal vez, si el efecto de la información tóxica funcionase como la estricnina o la cicuta, le pondríamos más cuidado, pero no, el cerebro no funciona así.

Que el mundo que vivimos o experimentamos es «subjetivo» no está en discusión, por más que a ti le parezca que todo lo que vives es real. Es, en esencia, una proyección de nuestro pensamiento interior. Vamos que, si creemos en demonios, percibiremos demonios y si creemos en ángeles, percibiremos ángeles. Lo pongo de forma simple porque ponerlo de forma complicada no facilita un gramo la aceptación de la subjetividad. O la aceptas o no, es así de simple.

El asunto es que los seres humanos estamos diseñados para evitar lo que nos envenena, pero no lo estamos para evitar lo que nos envenena mentalmente, porque esto último depende de algo llamado «libre albedrío». Como con todo lo que nos metemos en la boca, tenemos que aceptar si lo que entra a nuestro cerebro es bueno o no. Y si crees que definir lo que entra en nuestro cerebro es más complicado que definir qué es sano para comer y qué no, puede ser que estés equivocado.

Bueno, en realidad sí es complicado, por eso tanta gente nos equivocamos y hacemos lo verdaderamente nocivo para nuestra mente. Tal vez no sea tan fácil establecer el filtro adecuado a nuestra percepción como lo es a nuestra alimentación. Pero fácil o no, lo debemos hacer.

Lo que le permitimos recibir a nuestro cerebro afecta nuestra experiencia de la vida. Cuánto antes aceptes esto, antes podrás modificar tu vida. Estos son 3 aspectos a considerar antes de permitir que nuestro cerebro quede estúpidamente expuesto a cualquier información.

  1. Considera eliminar o reducir al mínimo posible la información que es de política, economía, bolsa de valores o mercados financieros. Salvo que trabajes en ese medio o tengas inversiones, esta inútil información solo servirá para deprimirte y llevarte a tomar malas decisiones. Sobre todo, la información política es especialmente nociva, porque nos hace pensar que el problema nos afecta cuando ni remotamente eliminar el problema cambiaría nuestras vidas en algo. Por ejemplo, pensar que un determinado partido político si gana o conseguir la independencia del estado central va a mejorar radicalmente tu vida ya caíste en la ilusoria percepción de que tu vida no está en tus manos sino en la de alguien más. Tanto la independencia como la victoria del partido sí cambian vidas, pero no las de los que leen ese tipo de noticias. Lo mismo aplica para temas como corrupción o dispendio de recursos públicos. Para combatir esas lacras existen instituciones en la mayoría de los países avanzados que lo hacen relativamente bien sin necesidad de que tú lo sepas. Con que te informes en periodo de elecciones es normalmente suficiente para emitir un voto razonado.
  2. Considera eliminar o reducir al mínimo posible la información acerca de las vidas de otras personas que no tienen nada que ver contigo. De esta eliminación están excluidas las biografías de personas que pueden inspirarte. Hay celebridades, por ejemplo, con vidas inspiradoras, pero la mayoría de las celebridades o de la información relativa a ellas es absolutamente basura innecesaria y estricnina pura para el cerebro y la mente.
  3. Considera rodearte de personas que te mueven a seguir creciendo, con conversaciones que alimenten el intelecto y con creencias de poder y no de limitaciones ni quejas. Huye de las quejas, por cuanto son un veneno peligrosísimo, porque envenenan lentamente, sin misericordia, furtivamente, pero con eficacia, por eso son tan malas. Las quejas son lobos con piel de oveja. Todas parecen genuinas, pero proceden del ego, al comprarse este mismo con otras personas y, de manera extremadamente simple, encontrar que la vida ha sido injusta en alguna forma con nosotros o con el quejoso.

Al contrario de lo que muchas personas opinan, yo no suprimiría los anuncios comerciales. Les pondría mucha atención, si se diera el caso, pues es a través de la atención que evitamos que nos inoculen con el deseo subrepticio de comprar algo.

Además, al prestarle un cierto nivel de atención podemos descubrir fácilmente las falaces promesas que muchas empresas brindan con sus artículos milagrosos y la gran carga de idioteces que, una vez analizadas, hacen las personas que protagonizan dichos anuncios. Por ejemplo, usar un desodorante concreto porque atrae mujeres por decenas (no es verdad, que me lo han contado) o ver como una pareja mejora su vida conyugal gracias a una determinada marca de café o de chocolates o de lo que sea.

Como dice la canción del protector solar, que fácilmente puedes encontrar en youtube y que es una de las piezas literarias escritas más inspiradora de todos los tiempos, «Siempre las personas pensarán que los precios de antes eran más bajos, los políticos de antes eran más honestos y que la vida, en general, era más fácil antes que ahora». Pero no es así y, lo que pasa, es que nos andamos metiendo información en la mente constantemente que demuestra que los precios eran más bajos, que los políticos eran más honestos y que… ya sabes lo que sigue.

Al igual que en esta época está de moda la «operación bikini», en relación a que muchas personas tendrán que adelgazar desde ya si es que quieren que el bikini les quede decentemente en el verano, yo recomendaría empezar ya la que yo llamaría «operación libertad», en relación a la famosa frase «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Cuida tu cerebro y tu mente, que no es lo mismo, pero se parecen, de la misma forma que cuidas tu alimentación. No creas que, porque no caes muerto de inmediato al ingerir información basura o tóxica no te está matando literalmente, y de paso junto a todos tus sueños de lograr grandes cosas en la vida.

Ponte a dieta y, en menos de lo que te imaginas, te podrás poner un bikini mental de campeonato, porque lo mejor de la dieta mental es que no tiene efecto de rebote, es decir, lo adelgazado ya no lo repondrás nunca. Créeme.

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